Uno de los puntos críticos de un posible acuerdo de cambio climático es la transferencia más o menos gratuita de tecnologías limpias a países en desarrollo. El problema es que esto choca con las políticas habituales de patentes. Cuando uno reduce el valor esperado de una patente, también reduce el incentivo a la innovación. Por supuesto, una posible solución sería mantener todas estas políticas en vigor, y que los fondos de los gobiernos paguen por las patentes. Pero claro, esto supone que hará falta más dinero a la vista. Quizá muchos gobiernos se vean tentados a pasarles el mochuelo a las empresas, y que sean ellas las que lo financien con menores ingresos por patentes, y volvemos al problema anterior. En EEUU se ha constituido un grupo para defender las patentes.
Por otra parte, Vaclav Smil da su punto de vista sobre los límites de la innovación tecnológica.
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