lunes, 18 de mayo de 2009

De la diferencia entre ética y moral

Una entrada invitada de Santi Ojeda. El otro día me preguntó Gonzalo por la diferencia entre ética y moral, y no supe contestarle, así que le pedí consejo al experto en estos temas, que además me ha dado permiso para colgarla en el blog. Ahí va:


Lo primero a decir es que no siempre se han considerado términos diferentes. Hasta el siglo pasado se usaban de forma prácticamente indistinta, y fue Heidegger, con su pedante confusión entre filosofía y filología (para él el lenguaje era la morada del ser, que era lo único que le preocupaba, por lo que perdía muchísimo tiempo en reflexiones sobre el significado original de los términos) el que consagró la distinción, ética viniendo del griego ethos (que según la grafía que se considere viene a querer decir "morada" o, más tarde, "carácter") y moral del latín mores ("costumbres"), que ya apunta a que la ética es individual, y algo que nos construimos al irnos labrando nuestra biografía, mientras que la moral es comunitaria, una cristalización de las costumbres y hábitos del colectivo al que uno pertenece.


En paralelo (primera mitad del S XX) la filosofía analítica del mundo anglosajón definía la moral como un lenguaje objeto, y la ética como el metalenguaje que se ocupaba de él. O sea, la moral está formada por el conjunto de normas y preceptos que nos dicen cómo debemos comportarnos en cada situación particular, y la ética es una reflexión sobre tales normas y preceptos (por qué debemos llegado el caso obedecerlos -el problema sobre el fundamento de su normatividad- o cómo podrían compararse diferentes sistemas morales, eventualmente contradictorios, entre sí).
Ésta distinción ha tenido bastante predicamento en la universidad (y en la literatura especializada) de todo el siglo pasado, aunque se ve complicada porque en la segunda mitad del mismo se empieza a hablar de "metaética", que analiza la validez de los enunciados éticos (que a su vez analizan la validez de los enunciados morales, lo que ya parece rizar el rizo de la autoreferencialidad y el manierismo). Para andar por casa hoy casi todo el mundo se conforma con considerar la moral, o más bien "las morales", reconociéndose la existencia  de múltiples sistemas incompatibles y eventualmente inconmensurables entre sí (según el multiculturalismo, todos ellos igualmente válidos) como la doctrina que nos dice qué debemos hacer en cada situación concreta de nuestra vida (sin preocuparse mucho de por qué debemos hacerlo), y la ética como la disciplina que intenta proporcionarnos principios universales que cada uno debe aplicar usando su propia razón (y por ello se preocupa un montón de la justificación racional de esos principios, pasando más de puntillas sobre el cómo exactamente se apliquen éstos a cada caso particular).

Con esa definición, no es sorprendente que la moral sea fundamentalmente religiosa (heterónoma), o al menos consuetudinaria, y por ello necesariamente más tradicionalista, y la ética (o quienes la estudian y practican) en general laica, crítica y por ello más fácil de asociar a posiciones progresistas (lo que no impide que haya éticos religiosos y muy conservadores, y moralistas virulentamente de izquierdas).

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