Pierre Nöel considera que es muy negro. Pero yo no estoy tan de acuerdo, fundamentalmente porque los argumentos que da son de muy corto plazo, no realmente de futuro. Efectivamente, los bajos precios del CO2, y la entrada de las renovables han recortado cuota al gas. Pero esto se debe fundamentalmente al desplome de la demanda de electricidad, y eso es algo que no está claro que se vaya a mantener indefinidamente. De hecho, hace dos o tres años estaban entrando muchas renovables en España y todo el mundo pensaba que el gas seguía teniendo mucho futuro (entre otros, los que sobreinvirtieron en ciclos combinados). Además, aunque el carbón haya temporalmente pasado al gas en algunos países, esto sí que me parece poco sostenible. El caso que cita de España no es nada representativo, por ejemplo (se debe más a las subvenciones al carbón nacional que a la competitividad de este combustible). Las regulaciones ambientales (y no me refiero al CO2) se cargarán ellas solitas al carbón, como ya está sucediendo en Europa, en España (con el Plan Nacional de Reducción de Emisiones), o en EEUU.
Conclusión: el gas sí puede tener un futuro en Europa. Todo depende del balance entre crecimiento de la demanda (potenciada por la electrificación esperada del transporte) y la competencia de las renovables (que sí podría aumentar si bajan sus costes).
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