Últimamente en muchos foros se habla sobre el futuro de las negociaciones sobre cambio climático tras Copenhague, sobre qué es lo que debe hacer Europa y España, y la verdad es que no me quedo con una sensación muy tranquilizadora: creo que hay gente que evidentemente quiere sacar partido del tema, y otros que creo que no se han dado cuenta todavía de cómo ha cambiado la película.
Por eso me apetecía resumir aquí lo que yo creo que es un escenario factible, basado en otras entradas previas:
- creo que hay que abandonar ya la idea de que el marco de negociación debe ser Naciones Unidas para todo (de hecho, los negociadores no parecen muy optimistas). Una cuestión es que el manejo de los fondos de adaptación, o el reconocimiento de REDD, y en general todo tipo de apoyos económicos se puedan gestionar por ahí, cosa que parece muy razonable. Pero lo que está claro es que los objetivos de reducción y las políticas de mitigación son otra cosa. Ahí parece más sensato pensar en que se irán negociando bilateralmente o en grupos menores, porque además eso permite solucionar mucho más fácilmente las interacciones con las políticas comerciales, tecnológicas, etc. Además, esto puede ser coherente con la urgencia en adoptar políticas de mitigación (via acuerdos más ágiles). De hecho, yo no creo que haga falta que haya un acuerdo global para que Europa sea más dura en sus compromisos de reducción de emisiones (para compensar que la crisis lo ha puesto más fácil).
- esto nos lleva a pensar que lo lógico es esperar mercados regionales, y no globales, de CO2. Igual que ya ha pasado en Europa, y está pasando en otros sitios, estos mercados irán surgiendo por iniciativa “local”, y se podrán ir uniendo a largo plazo, también en el marco de estos acuerdos bilaterales. Es importante señalar que esta idea ya estaba por ahí desde 2007, en las conclusiones que publicamos del Forum on Global Climate Strategies beyond 2012.
- otro tema relevante es si debemos esperar objetivos de reducción, y si estos serán vinculantes. Creo que nadie puede esperar esto. De hecho, no hay más que ver lo que pasa con otros objetivos, como los de los países europeos de reducción del déficit: cuando hay vacas gordas no hay problemas pero si las cosas vienen mal dadas, la vinculación nos la pasamos por la piedra. Así que yo no me empeñaría en buscar estos objetivos vinculantes, más aún teniendo en cuenta que una cosa es poner objetivos y otra hacer algo por conseguirlos (véase España). Me parece mucho más eficaz, y seguramente además más realista buscar compromisos en términos de políticas (por ejemplo, de eficiencia energética; o relacionado con los objetivos, un mercado de emisiones).
- finalmente, uno de los argumentos que se manejan en todas las reuniones con empresas sobre este tema es el del leakage: la fuga de empresas que según ellos se está produciendo como consecuencia de la política ambiental. Yo no estoy muy de acuerdo con este punto, y me remito a un documento que presenté hace unos días en un seminario internacional, donde básicamente se concluye en que el leakage no es problema; o mejor dicho: que la competitividad no lo es, el leakage sí puede serlo, pero eso no se arregla con regalos.
Por supuesto, todo esto lo digo desde mi sillón, algo lejano de la realidad de las negociaciones. Pero tengo la sensación de que no estoy solo…