viernes, 3 de marzo de 2017

Los incentivos perversos en el emprendimiento

Esta noticia reciente de MIT sobre Transatomic Power me ha parecido interesante por dos cosas.

Primero, porque es un ejemplo estupendo de los incentivos perversos que genera la cultura del emprendimiento: esa cultura en la que lo importante es venderse, caiga quien caiga, y sea una moto o una burra. Estos chicos de Transatomic tenían todo el incentivo del mundo a vender la burra sobre la impresionante eficiencia de su tecnología, igual que Theranos vendió la moto de su tecnología mágica para análisis de sangre. Y claro, de vez en cuando les pillan, y se caen con todo el equipo. Pero, incluso aunque no les pillen, la cosa canta demasiado.

Y que nadie dude que, como responsable de animar el emprendimiento en la universidad, aprecio enormemente la valentía de la gente que, al menos en España, elige emprender en lugar de aceptar una oferta de la consultora de turno. Pero para venderse bien sin que la cosa caiga en la vanidad hueca hay que saber hacerlo muy bien. Igual que todas las semanas me quedo impresionado con el talento de algún emprendedor, también me quedo chafado con la jeta con la que alguno intenta camelarme :)

Y es que, cuando uno se mueve en un mercado tan competitivo, y con tantos incentivos para torcerse, es complicado mantener el equilibrio. Es lo mismo que me pasa cuando conozco a algún profesor de universidad americana, que está más preocupado por convencernos de lo bueno que es, incluso aunque eso esté basado en un artículo-timo publicado en una gran revista, o en reciclar ideas "prestadas" de otra gente menos conocida, que en investigar para hacer un mundo mejor, o en colaborar con otros para mejorar la calidad de su investigación.

Afortunadamente, tanto en un campo como en otro conozco excepciones estupendas, emprendedores o profesores que piensan en los demás y no en sí mismos o su imagen, que no quieren despuntar sino mejorar el mundo, que no son vanidosos sino generosos. Ojalá consigamos que estos sistemas evolucionen de forma que retribuyamos lo segundo, y no lo primero (por mucho que Branko Milanovic nos cuente que, como Maquiavelo, los primeros son mejores para nosotros...).

De hecho, y ahí viene la segunda cosa que me parecía interesante de la noticia: a veces también estos chicos se dan cuenta de sus errores, los reconocen y piden perdón. A lo mejor alguno piensa que haciéndolo pierden puntos. Yo creo que no.

ADD: Después de escribir esto, he leído este artículo en el que desgraciadamente me dan la razón en lo de los incentivos perversos (en muchos más sitios de los que yo decía) para los emprendedores.

1 comentario:

Vintage Rocker dijo...

Sigh... como decía en mi destemplada repuesta a un comentario de Julio Eisman, a todos los efectos ya nos hemos olvidado de la energía nuclear. ¿Sabes quién hizo su tesis doctoral sobre los reactores de sales fundidas? Literalmente, mi madre. Ya iban a usar como combustible los residuos de las centrales "obsoletas" de la época (que siguen siendo las tecnológicamente punteras de hoy) y a producir el doble de MW por kg de uranio que los PWR y BWR.

La pena es que entonces no había (en España) Venture Capital y megapastosos de Silicon Valley dispuestos a apostar unos pocos millones de dólares (que pare ellos es calderilla) en un negocio bien presentado sin preocuparse de que los cálculos básicos que supuestamente soportan el negocio estén hechos con las nalgas. Como mi madre era mujer (algo que ahora hace falta aclarar, en esos tiempos retrógados se daba por sentado), joven y guapa seguro que le habría ido como a esta chica de Transatomic.

Nota curiosa: en México "transar" es sobornar, realizar una transacción de dudosa legalidad para obtener un beneficio monetario (ejemplo paradigmático: "el que no transa no "avansa""). "Transa"tomic resulta ser un nombre profético