El otro día hablaba de las lecciones del coronavirus para el medio ambiente....pero estos días he leído The life you can save, de Singer...y me doy cuenta de que donde realmente podemos sacar lecciones, y muchas, es sobre nuestra actitud hacia la pobreza extrema. Una pobreza que mata igual, o mucho más, que el coronavirus.
Como decía al hablar del valor de la vida estadística, en esta crisis no tiene sentido hacer análisis coste-beneficio...pero sí creo que tiene sentido reflexionar sobre lo que estamos dispuestos a hacer por salvar vidas humanas. Estamos dispuestos a parar la economía, a perder ingresos, a arriesgarnos a una grave crisis económica...porque consideramos inaceptable perder la cantidad de vidas que perderíamos si no lo hiciéramos. Todas vidas valiosas, sean de mayores o de menos mayores. Y por supuesto vale la pena hacerlo.
Pero claro, la pregunta que surge inmediatamente es: ¿y por qué no estamos dispuestos a hacer sacrificios de mucha, mucha menor magnitud, para salvar las vidas de otra gente que muere en otros países, en muchos casos niños?¿Es que sus vidas valen tanto menos?¿Es porque no los vemos cerca?
Igual que esta crisis está haciendo surgir un importante movimiento de solidaridad, ojalá también seamos capaces de extenderla a los que están mucho peor que nosotros, y más sabiendo que realmente nos va a costar mucho, mucho menos.
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