Básicamente propone que la IEA asuma más compromiso y liderazgo con los objetivos climáticos. Y es cierto que algunas comparaciones con la OMS son interesantes...pero la verdad, no tengo nada claro que esto tenga posibilidades. Me recuerda a una autoridad climática mundial que defendía Antxon Olabe hace tiempo.
Sí, es cierto que la coordinación y la cooperación daría muchos beneficios. Y que la UNFCCC quizá no tenga el grado de ejecutividad suficiente. Y que la IEA está muy bien colocada para esto, y además, liderada por Fatih Birol, es cada vez más incisiva en materia climática. Pero veo dos problemas fundamentales:
- Uno, quién financia esto. Porque como bien dice Butler, hay muchos temas donde las competencias nacionales o regionales serán difíciles de transferir a esta organización. La transición se presenta como una oportunidad para algunas regiones (el caso más claro es la UE) para recuperar su competitividad global. ¿Estarán dispuestas a renunciar a ello y pasar su presupuesto a una organización global?¿Y más aún en el contexto político en el que vivimos? La adaptación presentaría más oportunidades de colaboración, pero ya está siendo difícil financiar el fondo de adaptación...
- La segunda cuestión es cómo encajar esto en el marco multilateral actual. ¿Delegaría la UNFCCC parte de sus funciones en la IEA?¿Se repartirían el trabajo?
En fin, que no veo nada claro que esto tenga mucho futuro. Aunque sí puedo ver que la IEA pueda tratar de seguir creciendo en este área.
3 comentarios:
Interesante tema el de la gobernanza energética global (GEG). Como vemos con los alumnos del Máster de Asuntos Internacionales de ICADE, hay varios cientos de “agencias y organismos” que componen la GEG. Sin duda la IEA es una de las claves, y está haciendo un gran trabajo. Pero estar enmarcada en la OECD es una barrera, teniendo en cuenta que “el partido” se juega cada vez más fuera de ésta. Interesante el proceso de “asociación” que ha puesto en marcha Birol para grandes países en desarrollo, el mayor foco en cambio climático/renovables/eficiencia, o la apertura a países “tradicionalmente” productores como México: ya no es sólo un “club de consumidores occidentales focalizado en petróleo”. Pero hay barreras para que grandes países en desarrollo entren a ser miembros “de pleno derecho”: p.ej. tienen que ser un país “like-minded” a la OECD (economía de mercado, etc), tener las reservas estratégicas (coste de oportunidad de acumularlas con el petróleo a 60-80 USD/bbl y demanda enorme y creciente para economías en pleno proceso de desarrollo), o abrir los datos/estadísticas energéticas nacionales con gran transparencia (a veces no está claro si quiera que tengan esos datos o las capacidades internas para recopilarlos). Por no mencionar el complejo sistema de votación interno en la IEA, donde no está claro que países como EEUU o Japón realmente quieran ceder… Además, aunque sin duda tener “una agencia global” puede ser lo más “eficiente”, un enfoque más bottom-up (e.g. agencias con expertise y clientes regionales, sub-nacionales como ciudades o incluso con sector privado), u otro con diferentes agencias “compitiendo”, tmb puede ser un buen sistema de “checks and balances”. Vamos, un tema complejo y de gran repercusión para ser capaz de “leer entre líneas” muchas de las recomendaciones de política energética e informes que publican los diferentes organismos y que acaban afectándonos a todos. Abrazo
PS: añado una cita de Mohamed ElBaradei, Nobel Peace Prize and former director-general of the International Atomic Energy Agency (IAEA), in 2008 “We have a World Health Organisation, two global food agencies, the Bretton Woods financial institutions and organisations to deal with everything from trade to civil aviation and maritime affairs. Energy, the motor of development and economic growth, is a glaring exception”.
El problema es que esos objetivos climáticos no tienen sentido. Por ejemplo, reducir emisiones de CO2 a cero es una locura. Mientras tanto ignoran el metano. Eso me dice que todas estas organizaciones son un estorbo y solo lograrían arruinar la economía. La mejor opción es crear un supercartel con unas 20 naciones productoras de combustibles fósiles para subir los precios y reducir la demanda gradualmente, e investigar la geoingenieria para acelerar procesos que secuestran el CO2.
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