Hay gente que dice que es mucho más fácil, gracias a la tecnología del corta y pega. Pero eso es por otra parte fácil de pescar, gracias a herramientas como Turnitin, o incluso Google. Es decir, que la misma tecnología que hace fácil copiar también facilita detectarlo.
Lo que sí creo que es más fácil ahora es pedir que te escriban un trabajo, o un trabajo fin de grado o de máster, o incluso una tesis doctoral. No porque antes no se hiciera: en mis tiempos analógicos (mi proyecto fin de carrera ya lo redacté en un PC, pero sin internet) ya se hacía mucho lo de copiar una y otra vez un mismo proyecto cambiando tres o cuatro parámetros (una subestación eléctrica, una instalación de regadío, una nave industrial, etc., etc.). Y seguro que más de uno y más de dos consiguieron su doctorado gracias a alguien que les escribió la tesis entera. Pero, por un lado, el propio proceso de escritura ralentizaba la copia, y por otro, era más difícil contactar con los vendedores de trabajos. Ahora esto es facilísimo, y proliferan los que se dedican a ello.
¿Es esto inevitable? Yo creo que es difícil evitarlo totalmente, la naturaleza humana es dura de pelar. Pero sí hay cosas que se pueden hacer para tratar de reducirlo. Una es la que proponen en este artículo, tratar de hacer ver a los estudiantes, mediante una relación más cercana con el profesor, que pueden aprender en lugar de copiar. Es decir, convencerles de que hacer el trabajo sirve de verdad para algo. Tengo que decir, a este respecto, que seguro que tenemos mucho que mejorar aquí. Yo por ejemplo sigo sin entender para qué me sirvió a mí hacer (y no copiar) mi proyecto fin de carrera...
En cambio, en el artículo dicen que un diseño cuidadoso del encargo no ayuda mucho: efectivamente, por ahí fuera hay todo tipo de recursos, incluso aunque el trabajo esté muy bien diseñado. La clave, conseguir que el estudiante se retrate en el trabajo de manera clara y no reproducible por otros. Aquí el conocimiento personal por parte del profesor ayuda mucho: cuando estás en clase con los estudiantes ya sabes hasta el estilo en el que escriben, y esto por tanto puede ayudar a detectar fraudes. Otra cosa que puede ayudar, y que he probado por primera vez este año (aunque no para minimizar el fraude, sino para experimentar) es pedirles que, en lugar de escribir un trabajo, hagan un video. Por supuesto, pueden copiar lo que van a contar, pero sólo el hecho de contarlo frente a la cámara ya les hace aprender más que antes.
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