Hace poco comenzó el proyecto CONSEED, un proyecto europeo cuyo objetivo es analizar el efecto en los consumidores de las etiquetas energéticas. Un tema muy interesante, porque como ya he comentado aquí en alguna ocasión, uno de los mayores fallos de los mercados energéticos es la falta de información, y las etiquetas contribuyen a reducirlo. Otra cosa es que sean efectivas, claro...algo que depende mucho de cómo se diseñen.
En esta entrada analizan las etiquetas americanas para vehículos, que como podéis ver incluyen mucha información. Una reflexión interesante que hacen es que, realmente, toda esta información está muy correlacionada: podría utilizarse un único indicador. Pero los autores defienden que es bueno que aparezca esta información, porque los consumidores reaccionan más cuando se les presentan distintos elementos de información (que refuerzan el mensaje), o cuando se les recuerda, por ejemplo, que son consumidores preocupados por el medio ambiente mediante información sobre las emisiones del coche. Y, si sólo se puede usar un valor, recomiendan que sea el coste ahorrado en la vida del vehículo.
Curiosamente, justo la semana pasada hablábamos de este mismo tema en Diálogos de Energía y Sostenibilidad . Realmente hablábamos de ciudades y energía, y sobre la capacidad que tienen los ayuntamientos para plantear medidas que reduzcan el consumo de energía. Según parece, una de las quejas de los ayuntamientos es precisamente que las etiquetas que tenemos en España no les sirven como elemento de regulación de contaminantes locales, porque sólo indican consumo de combustible, pero no emisiones de contaminantes atmosféricos (de hecho, en el caso de diesel y gasolina están negativamente correlacionados...). Ante esto, yo creo que lo que se podría hacer es simplemente emitir otras etiquetas que reflejen lo que el ayuntamiento quiera regular, que no pasa nada por ponerle otra etiqueta al coche...O, como dicen los de la entrada citada antes, incluir los dos tipos de información en la etiqueta.
Y ya puestos, por supuesto, lo que podríamos hacer es cambiar la forma en la que se etiquetan los coches en España: porque como seguramente os habréis fijado los más observadores, las etiquetas no indican el consumo absoluto de combustible, sino el consumo relativo con respecto al segmento al que pertenece el coche (aquí está la información al respecto del IDAE, aquí está la información en absoluto que sí se puede consultar, pero que no va en la etiqueta). Es decir, que si tienes un todo-terreno que consume algo menos que los de su categoría, tendrás una B, aunque consumas el doble que un utilitario menos eficiente que la media de su segmento (que tendrá una D). Yo creo que esto no soluciona el fallo del mercado que comentaba al principio, sino todo lo contrario. Y claramente tampoco ayuda a regular el uso del coche para minimizar emisiones.
1 comentario:
Yo no sabía que en España se deja afuera la eficiencia de los vehículos. En EEUU indican la eficiencia ciudad y carretera. Sin embargo mi experiencia es que esas cifras exageran la eficiencia un 5-10% (y yo manejo con mucho cuidado). En España deben hacerlo a nivel nacional. Lo del CO2 no es tan útil si uno tiene la eficiencia, pero las emisiones de óxidos de nitrógeno y hollín sí que son útiles.
Los vehículos eléctricos también deben tener su cartel de eficiencia, que refleje las emisiones del sistema de generación de electricidad a nivel nacional en tres segmentos: De 8 AM a 4 PM, de 4 pm a 12 medianoche, y de medianoche a 8 AM. Así los usuarios verán a qué hora es más limpio cargar baterías.
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