Según el European Energy Review, la razón es la oposición pública, la mayor conciencia ambiental de los franceses. Yo, la verdad, no acabo de creérmelo y más bien sigo pensando (como de hecho mencionan en el artículo) que han sido los grandes lobbies energéticos los que no quieren que les quiten un trozo del pastel. Al fin y al cabo las grandes compañías energéticas francesas tienen conexión directa con el gobierno. Y parece extraño que la gente se movilice, normalmente la reacción a problemas medioambientales necesita que esta se experimente de forma cercana para que de verdad se adopten medidas ejecutivas (y si no que se lo digan al cambio climático).
Eso sí, no estoy en Francia, así que también puede ser que no esté evaluando correctamente la situación.
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