Un listado de afirmaciones en las que Revkin considera que hay bastante consenso. A riesgo de que me echen los perros, yo tengo que decir que estoy de acuerdo en casi todas: para mí, el punto de discusión fundamental, y todavía no suficientemente asentado, es el análisis coste-beneficio. Ahora mismo cambiar de modelo energético supone un sacrificio económico, que muchos no están dispuestos a asumir. Y las opciones limpias aún son caras, comparadas con las sucias (si no incluimos las externalidades, por supuesto, pero es que para eso hace falta valentía política). Lo que pasa es que yo discrepo de Revkin en un elemento fundamental: aunque quizá el análisis coste-beneficio puro no resulte rentable, la clave es cómo tenemos en cuenta el riesgo (incluso de eventos catastróficos, a la Weitzman), y cómo tenemos en cuenta la distribución desigual de los impactos. Aunque como bien dice una manera de reducir los impactos en países en desarrollo es conseguir que se desarrollen, para eso hace falta energía, y esta energía debe ser limpia, que es más cara. Así que al final, lo mires por donde lo mires, yo creo que hay que poner pasta encima de la mesa, de una forma u otra. Y esa pasta debe venir de los países desarrollados.
Por tanto, una cosa es aceptar el listado de Revkin, y otra resignarse a sus consecuencias. Lo que nos dicen estos elementos es que hay que buscar las soluciones, porque el no hacer nada tiene mucho riesgo.
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