jueves, 28 de febrero de 2008
Los 10 principios de la economía de Mankiw, traducidos
Cómo mantener los compromisos personales
La economía del cambio de horario
Una visión racional de las acciones contra el cambio climático
Otras ideas curiosas sobre cómo reducir emisiones aquí, y también sobre los dilemas morales asociados con toda este tema.
miércoles, 27 de febrero de 2008
Cómo inventarse un modelo
sábado, 23 de febrero de 2008
Lovelock y el ecologismo
Environmental politics is a lush new pasture for demagogues and therefore an increasing source of anxiety for responsible governments and industries.En realidad lo que parece es que Lovelock es un tecnólogo:
A more promising solution to the problems we have created for ourselves is that of the alternative, or appropriate, technology movement. Here there is an honest recognition of our dependence on technology and an attempt to select only those parts of it which are seemly and moderate in their demands of planetary resources.Por lo tanto, su posición ante la energía nuclear, bien argumentada, es perfectamente comprensible. Yo tengo que decir que comparto bastantes de los puntos de Lovelock, en el sentido de que muchas veces el movimiento ecologista, aunque útil, es peligroso si se le sigue al pie de la letra, y de que gran parte de las soluciones vendrán de la tecnología. Por supuesto, creo que también debe haber cambios de comportamiento, que él no contempla, y que la regulación tiene un papel importante que jugar para ello. Pero todo este tema hace reflexionar sobre algo que el mismo Lovelock comenta: los medios de comunicación son peligrosos por su necesidad de exageración. Las exageraciones venden en política, pero no son buena ciencia...Un resumen muy bueno de las exageraciones e incoherencias de los políticos, aplicado como en lo de Lovelock a la energía nuclear, es este artículo de Sánchez Ron.
jueves, 21 de febrero de 2008
Ideas brillantes contra el cambio climático
Nuevo Centro de Investigación en Cambio Climático en el País Vasco
miércoles, 20 de febrero de 2008
La racionalidad en las decisiones
According to standard economic theory, the U.S. savings rate also represents rational choice: Americans, having reviewed their options, have collectively resolved to spend virtually all the money that they have. According to behavioral economists, the low savings rate has a more immediate explanation: it proves—yet again—that people have trouble acting in their own best interests. It’s worth noting that Americans, even as they continue to spend, say that they should be putting more money away; one study of participants in 401(k) plans found that more than two-thirds believed their savings rate to be “too low.”Lo interesante de ésta es que parece difícil atacar la hipótesis de una baja tasa de descuento basándose en las tasas reales de ahorro. Nordhaus, por ejemplo, cuando justifica sus análisis económicos del cambio climático, dice que una tasa baja de descuento es incompatible con las tasas de ahorro reales. Según lo que acabamos de leer, ¿tiene esto que decir entonces que debemos considerar como racionales las tasas de descuento reales?¿Debemos considerarlas como deseables? Quizá estos debieran ser los aspectos a debatir cuando se analiza el trabajo de Nordhaus o Weitzman, de los que ya hablé en un post pasado.
In the forthcoming “Nudge: Improving Decisions About Health, Wealth, and Happiness” (Yale; $25), Richard H. Thaler and Cass R. Sunstein follow behavioral economics out of the realm of experiment and into the realm of social policy. Thaler and Sunstein both teach at the University of Chicago, Thaler in the graduate school of business and Sunstein at the law school. They share with Ariely the belief that, faced with certain options, people will consistently make the wrong choice.Therefore, they argue, people should be offered options that work with, rather than against, their unreasoning tendencies. These foolish-proof choices they label “nudges.” (A “nudge,” they note with scholarly care, should not be confused with a “noodge.”)
Un asunto apasionante: ¿debemos regular para agentes racionales, o para agentes reales? Es decir, ¿debemos tener en cuenta nuestras debilidades e irracionalidades? Como bien dicen en la reseña, esto podría llegar incluso a un régimen de intervención pública rayano en lo dictatorial, así que uno más bien se inclina por lo contrario. Pero ejemplos como los propuestos por Thaler y Sunstein tienen bastante sentido común (otro famoso es el del opt-out para los planes de pensiones en EEUU).A typical “nudge” is a scheme that Thaler and Sunstein call “Save More Tomorrow.” One of the reasons people have such a hard time putting money away, the authors say, is that they are loss-averse. They are pained by any reduction in their take-home pay—even when it’s going toward their own retirement. Under “Save More Tomorrow,” employees commit to contributing a greater proportion of their paychecks to their retirement over time, but the increases are scheduled to coincide with their annual raises, so their paychecks never shrink. (The “Save More Tomorrow” scheme was developed by Thaler and the U.C.L.A. economist Shlomo Benartzi, back in 1996, and has already been implemented by several thousand retirement plans.)
Many of the suggestions in “Nudge” seem like good ideas, and even, as with “Save More Tomorrow,” practical ones. The whole project, though, as Thaler and Sunstein acknowledge, raises some pretty awkward questions. If the “nudgee” can’t be depended on to recognize his own best interests, why stop at a nudge? Why not offer a “push,” or perhaps even a “shove”? And if people can’t be trusted to make the right choices for themselves how can they possibly be trusted to make the right decisions for the rest of us?
Y finalmente, la conclusión me parece brillante. Da gusto ver cómo hay gente que es capaz de poner en palabras de manera elegante algo que uno ve, pero que no expresa igual de bien...
If there is any consolation to take from behavioral economics—and this impulse itself probably counts as irrational—it is that irrationality is not always altogether a bad thing.[...]. People, it turns out, want to be generous and they want to retain their dignity—even when it doesn’t really make sense.
martes, 19 de febrero de 2008
Abrir las mentes de los estudiantes
La viabilidad económica de la energía nuclear
El debate nuclear vuelve a calentarse, con numerosas intervenciones públicas y artículos en prensa en los últimos días, además de con apariciones significativas y discusiones internas en los programas electorales de los partidos políticos. Incluso algunas empresas españolas contemplan volver a invertir en esta tecnología. Lo cierto es que es un debate complicado, ya que la energía nuclear presenta ventajas e inconvenientes y la decisión final no es fácil. En este artículo sin embargo me gustaría centrarme en un aspecto que se considera tanto ventaja como inconveniente, dependiendo de quien lo utilice, y que por tanto agradece una aportación desde la objetividad. Este aspecto es el coste de la energía nuclear, y su viabilidad económica en un sistema eléctrico como el español. Para tratar de hacerlo lo más objetivo posible, me apoyaré tanto en estudios previos realizados (un buen ejemplo es el del MIT), como en una tesis recientemente concluida en nuestra Universidad. Y, también buscando la menor controversia posible, voy a hablar únicamente de costes monetarios, no de costes sociales o ambientales.
En primer lugar interesa definir cuáles son los componentes del coste de la energía nuclear: el primero y principal es el coste de inversión, es decir, el coste de construir una central nuclear. Por supuesto, hay otros componentes del coste: el coste de operación y mantenimiento de la central, el coste del combustible, el coste de gestión de los residuos radiactivos, y el coste de desmantelamiento de la central, una vez concluida su vida útil. Sin embargo, como el coste de inversión supone aproximadamente un 55% del coste total, mientras que los demás no suponen más de un 15%, es a éste al que voy a dedicar este análisis: ¿Cuánto cuesta construir una central nuclear?
Los datos en este sentido no convergen mucho: el coste varía según el tipo de tecnología utilizada, según el riesgo y por tanto la tasa de retorno exigida, según el plazo de construcción de la central, según la novedad de la tecnología, según el emplazamiento….Y por otro lado, también depende de qué tipo de coste estemos hablando: coste previsto o estimado para diseños no probados, coste presupuestado para diseños conocidos, en plantas a punto de construirse o ya en construcción, y finalmente, costes reales, los finales tras la construcción.
En lo que respecta a costes previstos, hay estudios que proponen cifras tan bajas como 1000€/kW de potencia instalada (una central nuclear suele tener entre 600 y 1000 MW de potencia), mientras que otros hablan de cifras más cercanas a los 2000€/kW. Aquí hay que tener cuidado con lo que se lee: hay estudios como el del MIT, que hablan de costes de 1500$/kW, pero no como un coste real, sino como el coste que no debería sobrepasar la energía nuclear para comenzar a ser viable.
Por otra parte, tenemos los costes presupuestados de las centrales que se están construyendo. Estos costes oscilan entre 1800 y 2800 $/kW para las centrales que se prevé construir en Japón, China o Finlandia. Y finalmente, tenemos los costes reales, los totales tras la construcción. A este respecto, hay que tener en cuenta que, desgraciadamente, del dicho al hecho hay un trecho: el porcentaje de desviación habitual del coste de construcción de centrales nucleares en EEUU respecto al coste estimado o presupuestado ha estado entre el 200 y el 400%, tal como se refleja también en el estudio del MIT. La central que se está construyendo en Finlandia ya empieza a acumular también retrasos y extracostes.
Así que, como vemos, el rango es bastante amplio: de 1000$/kW para futuros diseños, hasta 5000$/kW para plantas en construcción si tenemos en cuenta las desviaciones presupuestarias habituales
Ahora lo que tendríamos que hacer es ver si, con estos costes, un inversor estaría interesado en construir alguna central nuclear en España. Para ello se puede simular la evolución del mercado eléctrico español a futuro, bajo la hipótesis de que todos los agentes del mercado tratan de maximizar su beneficio (es decir, con criterios exclusivamente económicos), y ver si se construirían nuevas centrales nucleares, o si los inversores preferirían otras tecnologías. Esto es lo que hicimos en el marco de la tesis que comentaba anteriormente. Suponiendo unos costes generalmente aceptados para el resto de las tecnologías de generación eléctrica y para los combustibles (en especial el gas), y asumiendo un precio para las emisiones de CO2 de 20€/tonelada, el resultado de nuestro análisis es que, para que la nuclear fuera rentable, su coste de inversión debería ser inferior a 1500 €/kW. Lo cual, a la vista de los costes de inversión ya descritos, requiere un grado elevado de optimismo. Un escenario pesimista de precios más altos del gas (8,5$/MMBtu) y del permiso de emisión (35€/t) hacen que la nuclear pueda ser rentable a partir de los 2000 €/kW, lo cual ya es más factible, aunque sigue estando por debajo de los costes reales actuales.
En conclusión: en esta aproximación a la viabilidad económica de la energía nuclear, simplificada pero no desorientada, parece evidente que, actualmente, los números no cuadran. O bien se confía en que los costes de inversión bajen espectacularmente con los nuevos diseños, o que suba el gas y el CO2, o que, si como los franceses queremos apoyar desde ya la energía nuclear como apuesta estratégica, seamos conscientes de que habrá que subvencionarla de alguna forma (mediante subvenciones directas, o mediante contratos a largo plazo con el Estado), al igual que a las energías renovables. Y que por tanto, esta apuesta también nos costará dinero. Lo que habrá que ver es si compensa, teniendo en cuenta que otras opciones como el ahorro energético proporcionan las mismas ventajas, ninguno de sus inconvenientes, y un coste muy inferior.
lunes, 18 de febrero de 2008
El bono escolar
- mejorar las posibilidades de los alumnos, al permitir su traslado de centros malos a centros buenos (no necesariamente públicos unos y privados otros)
- mejorar la calidad de la enseñanza en los malos centros (de nuevo, no necesariamente los públicos)
- y mejorar los resultados de estos centros también
Como bien dice Tabarrok y sabemos muchos, los incentivos y la competencia sirven para algo, y entre otras cosas, para mejorar la calidad de nuestra educación, ésa que no sale tan bien en el Informe Pisa con nuestro sistema actual de café para todos...
sábado, 16 de febrero de 2008
Tratamiento psicológico contra el cambio climático
Nuestro nivel cultural
viernes, 15 de febrero de 2008
Consejo para estudiantes
Cómo hablar en público, online
jueves, 14 de febrero de 2008
miércoles, 13 de febrero de 2008
Acceso libre a las publicaciones científicas (II)
La verdad es que parece una política muy sensata, que posiblemente se debiera estudiar en nuestras universidades...
Directrices para un modelo energético sostenible para España
martes, 12 de febrero de 2008
La búsqueda de la felicidad: y además, ahorras...
La edad y el consumo de energía
IN THE DRUMBEAT of bad news about global warming, some economists offer a ray of light: people are getting older, and old people use less energy. The economists calibrated a sophisticated model of the economy and emissions with three divergent population growth scenarios, corresponding to different assumptions about fertility, mortality, and immigration. In every scenario, accounting for aging reduced predicted emissions - by almost 40 percent in one scenario. Models being what they are, other potentially important variables were left out, such as household and neighborhood trends, increasing labor force participation by seniors, and globalization, all of which could diminish the effect of aging on emissions. However, to the extent that aging is a global trend, the authors believe that global emissions projections may be too high.
Dalton, M. et al., "Population aging and future carbon emissions in the United States," Energy Economics (March 2008).
La búsqueda de la felicidad (II)
IF THE PATRIOTS had won the Super Bowl last Sunday, would you be a happier person today? Probably not, studies suggest, because major happy events (a big promotion, winning the lottery, etc.) do not have an enduring effect. So how do we become happier? One answer may be to incorporate small, repeated positive events into our lives. Researchers randomly interviewed people going to a religious service, the gym, or a yoga class, asking them to answer, using a scale of 1 to 100, several simple questions: "How do you feel right now?," "How satisfied are you with your life in general?," and "How satisfied are you with your spiritual and religious life?" They found that people scored higher after the activity. But they also found that the people who went more often scored higher. This has broad economic implications, the authors write: "single-shot events such as a one time tax refund will probably have little lasting impact on the well-being of the country, while policies that lead to small but repeated gains are likely to succeed."
Mochon, D. et al., "Getting off the hedonic treadmill, one step at a time: The impact of regular religious practice and exercise on well-being," Journal of Economic Psychology (forthcoming).
Sobre eficiencia energética, regulación e impuestos
Acceso libre a las publicaciones científicas
Scientific-funding bodies are increasingly under pressure to use journal rankings to measure research quality. Hiring and promotion committees routinely hear an equivalent argument: ‘this is important work because it is to be published in prestigious journal X’. But how persuasive is such an argument? This paper examines data on citations to articles published 25 years ago. It finds that it is better to write the best article published in an issue of a medium quality journal such as the OBES than all four of the worst four articles published in an issue of an elite journal like the AER. Decision-makers need to understand this.
lunes, 11 de febrero de 2008
La politización del cambio climático
Y digo esto de la politización, porque si no no consigo entender los argumentos de esta columna. Si uno intenta entrar en este debate desde una perspectiva científica, como el autor deja suponer, habría tratado de evitar dos errores en mi opinión serios:
- el primero, discutir con tanta ligereza las conclusiones del IPCC: parece complicado que un economista, por muy bueno que sea, tenga mejor criterio en este tema que el IPCC, que es considerado por muchos como el summum de la revisión científica. Lo de usar el ejemplito del año más caluroso, como siempre (ya lo usó el tristemente famoso Michael Crichton en su State of Fear, replicado adecuadamente por Jim Hansen, y después unos cuantos más), es bastante pobre, por cuanto se intenta desviar la atención de la tendencia real con un hecho puntual.
- el segundo, basar sus conclusiones en una interpretación apresurada (por decir algo) del artículo de Weitzman. Este artículo, posteriormente desarrollado por otro, avanza y mejora enormemente el tratamiento de Nordhaus, al introducir la incertidumbre en las funciones de probabilidad de sucesos catastróficos, sin contradecir la existencia de una tasa de descuento positiva. Decir que la interpretación de Nordhaus parece más apropiada debido al tamaño de la Tierra o a lo casi imperceptible del calentamiento no parece muy científico.
En resumen: creo que estas discusiones ya están más que pasadas fuera de aquí. Pero, si aún así se quieren retomar, hágase con un mínimo de rigor. Otra cosa es discutir dónde es mejor gastarse el dinero, como hace este trabajo del Cato Institute, en la línea de Lomborg.
Por cierto, un buen sitio para informarse de la ciencia del cambio climático, aparte del IPCC: www.realclimate.org
Lovelock y la gestión de los residuos
In a sensible world, industrial waste would not be banned but put to good use. The negative, unconstructive response of prohibition by law seems as idiotic as legislating against the emission of dung from cows
La excelencia y las tasas universitarias
- la más políticamente correcta: facilitar a la clase media acceder a estas Universidades, especialmente en estos momentos de amenaza de recesión.
- una bastante creíble: defenderse ante los ataques del Congreso de que las Universidades están subiendo las tasas mientras que sus fideicomisos (endowments) siguen engordando.
- la más malvada: aprovecharse de su posición de ventaja financiera para quitar buenos alumnos a las universidades menos dotadas económicamente.
Aunque evidentemente se pueden buscar más explicaciones y matices, a mí una sobre la que me gustaría llamar la atención es la siguiente: con este movimiento, estas Universidades conseguirán ser mejores todavía, porque conseguirán atraer a ese segmento de alumnos excelentes a los que no alcanzaban las ayudas anteriores. Es decir, la búsqueda de la excelencia universitaria (y por tanto de los alumnos excelentes) pasa no por bajar las tasas, sino por subirlas, y a la vez aumentar las ayudas para que cualquier alumno excelente, sea la que sea su situación financiera, pueda realizar sus estudios en la mejor institución. Deberíamos ir tomando nota...
La búsqueda de la felicidad
La inconsistencia de nuestras decisiones
La tarifa eléctrica y el cambio climático
¿Somos sensibles al precio de la electricidad?
¡Pues claro, hombre! diría cualquier español. No hay más que ver cómo, cuando se acercan las elecciones, todos los partidos juran y perjuran que no van a tocar la tarifa eléctrica, no sea que eso les suponga unos cuantos millones de votos menos…o cómo, cuando un partido llega al poder, lo primero que hace es subir la tarifa justo un pelo menos que el partido anterior, para demostrar lo que piensan en nosotros pobres consumidores…Así que, sí, parece que sí somos sensibles al precio de la electricidad.
Pero, ya hablando en serio, lo cierto es que la teoría económica nos dice lo contrario: en general, ante un cambio en los precios de la electricidad, lo normal es que queramos seguir consumiendo lo mismo. En jerga económica, nuestro consumo de electricidad es poco elástico al precio, es decir, ante un cambio porcentual en el precio de la electricidad, nuestro consumo no cambia apenas porcentualmente. Esto tiene una justificación clara en los libros de microeconomía: la electricidad es un bien básico, que representa una pequeña parte de nuestro presupuesto (para algunos consumidores industriales esto no es así, ellos sí son elásticos, porque se juegan mucho dinero), y que además no tiene sustitutivos claros. Así que cumple todos los requisitos para ser un bien con elasticidad demanda-renta casi nula o al menos muy pequeña.
Esta falta de elasticidad nuestra es una pena. Y lo es porque, como ya se ha dicho repetidas veces (véase este estudio, por ejemplo), una posible herramienta para reducir el consumo de electricidad es dar las señales apropiadas de precio al consumidor. Si, ante precios más altos en algunas horas, redujéramos o desplazáramos nuestro consumo, podríamos conseguir importantes ahorros de electricidad (y de dinero, y de emisiones de CO2). La reciente Directiva de la Comisión Europea que pretende reducir un 20% del consumo de energía en Europa no hace más que recordarnos que la mejor manera de tener seguridad energética y de no contribuir al cambio climático es consumir menos, así que podemos ver cómo de importante es esto de la sensibilidad.
Afortunadamente, y en contra de los libros de texto, cada vez hay más estudios que demuestran que todavía hay esperanza, y que, dado el contexto adecuado, los consumidores sí responden al precio de la electricidad modificando su consumo. Y que además, ahorran dinero. ¿Y cómo puede hacerse esto? Pues muy fácil, o muy difícil, según se mire.
La clave está en dar al consumidor la información suficiente sobre el precio de la electricidad en cada momento, para que, si él quiere, deje de consumir en los momentos en que está más cara, y consuma cuando está más barata. Vamos, algo así como los planes de los teléfonos móviles: si llamas en unas ciertas horas, te cuesta poco. Si llamas en hora punta, cuesta mucho. Así que lo que hacemos muchos es llamar cuando es barato, claro. Pues con la electricidad se trata de hacer lo mismo. La dificultad está en que es difícil saber con antelación cuando va a estar barata o cara, así que, o bien se hacen una serie de supuestos de antemano (como las tarifas de los teléfonos) o se monta un sistema de información en tiempo casi real para que el consumidor sepa a qué precio tiene que pagar la electricidad en cada momento. Esto es lo que han hecho por ejemplo en el estado de Washington, en EEUU, con unos resultados muy positivos. El informe muestra cómo el 80% de los consumidores, si se les daba la opción y la información, movían sus consumos en el tiempo para adaptarse a los distintos precios, y conseguían ahorros de energía del 10%, y ahorros en la factura de hasta el 30%.
En España nos estamos preparando también para aplicar esta idea. Para eso, entre otras cosas, sirven los contadores inteligentes que ya se han empezado a instalar (y que acabaremos teniendo todos), y para eso se está financiando públicamente un proyecto de investigación muy ambicioso, el CENIT-GAD, en el que participan muchas compañías eléctricas, de ingeniería, y de electrodomésticos: se trata de dotarnos de la infraestructura suficiente (contadores inteligentes, pero también información y electrodomésticos inteligentes) para poder recibir señales de precio, y responder a ellas, automáticamente o no.
La gran pregunta es si nosotros, como los americanos del estudio, estaremos dispuestos a mover nuestros consumos para ahorrarnos dinero. Si uno lee la teoría económica, parece que no. Si sigue la campaña electoral, parece que sí. ¿Qué os parece? ¿Estaríais dispuestos a poner la lavadora más tarde, o a cambiar la hora de la ducha a cambio de ahorraros algo de dinero? (No pregunto por ver en diferido el partido de fútbol porque me parece demasiado…).
sábado, 9 de febrero de 2008
Razón de ser de este blog
En cualquier caso, la cuestión es que en estos últimos días cada vez he estado más inquieto pensando en lo interesante que puede ser difundir las cosas de interés que uno lee y rebatir algunos comentarios que también circulan por los medios de comunicación, y al final me he decidido a empezar con el blog.
Al contrario que el modelo del loss-leader que propone Cowen (por cierto, en una charla muy interesante sobre la economía de los blogs, aunque ocupa 250Mb), mi objetivo no es vender libros, porque no los tengo, ni nada parecido. Mi interés es, por una parte, tratar de comunicar cosas que me parecen importantes, tratar de hacer más asequibles (pero no menos rigurosos) algunos resultados científicos, y contribuir al debate sobre los temas que me interesan.
Por supuesto, no quiero ser tan vanidoso como para pensar que esto lo va a leer mucha gente, o que voy a contribuir de manera significativa a mejorar este mundo, ni a sacar a nadie de sus errores. Así que esto comienza como un experimento: veremos si la frecuencia de publicación y la cantidad de gente que lo lee resultan suficientes como para que este blog sea sostenible y útil.