El debate nuclear vuelve a calentarse, con numerosas intervenciones públicas y artículos en prensa en los últimos días, además de con apariciones significativas y discusiones internas en los programas electorales de los partidos políticos. Incluso algunas empresas españolas contemplan volver a invertir en esta tecnología. Lo cierto es que es un debate complicado, ya que la energía nuclear presenta ventajas e inconvenientes y la decisión final no es fácil. En este artículo sin embargo me gustaría centrarme en un aspecto que se considera tanto ventaja como inconveniente, dependiendo de quien lo utilice, y que por tanto agradece una aportación desde la objetividad. Este aspecto es el coste de la energía nuclear, y su viabilidad económica en un sistema eléctrico como el español. Para tratar de hacerlo lo más objetivo posible, me apoyaré tanto en estudios previos realizados (un buen ejemplo es el del MIT), como en una tesis recientemente concluida en nuestra Universidad. Y, también buscando la menor controversia posible, voy a hablar únicamente de costes monetarios, no de costes sociales o ambientales.
En primer lugar interesa definir cuáles son los componentes del coste de la energía nuclear: el primero y principal es el coste de inversión, es decir, el coste de construir una central nuclear. Por supuesto, hay otros componentes del coste: el coste de operación y mantenimiento de la central, el coste del combustible, el coste de gestión de los residuos radiactivos, y el coste de desmantelamiento de la central, una vez concluida su vida útil. Sin embargo, como el coste de inversión supone aproximadamente un 55% del coste total, mientras que los demás no suponen más de un 15%, es a éste al que voy a dedicar este análisis: ¿Cuánto cuesta construir una central nuclear?
Los datos en este sentido no convergen mucho: el coste varía según el tipo de tecnología utilizada, según el riesgo y por tanto la tasa de retorno exigida, según el plazo de construcción de la central, según la novedad de la tecnología, según el emplazamiento….Y por otro lado, también depende de qué tipo de coste estemos hablando: coste previsto o estimado para diseños no probados, coste presupuestado para diseños conocidos, en plantas a punto de construirse o ya en construcción, y finalmente, costes reales, los finales tras la construcción.
En lo que respecta a costes previstos, hay estudios que proponen cifras tan bajas como 1000€/kW de potencia instalada (una central nuclear suele tener entre 600 y 1000 MW de potencia), mientras que otros hablan de cifras más cercanas a los 2000€/kW. Aquí hay que tener cuidado con lo que se lee: hay estudios como el del MIT, que hablan de costes de 1500$/kW, pero no como un coste real, sino como el coste que no debería sobrepasar la energía nuclear para comenzar a ser viable.
Por otra parte, tenemos los costes presupuestados de las centrales que se están construyendo. Estos costes oscilan entre 1800 y 2800 $/kW para las centrales que se prevé construir en Japón, China o Finlandia. Y finalmente, tenemos los costes reales, los totales tras la construcción. A este respecto, hay que tener en cuenta que, desgraciadamente, del dicho al hecho hay un trecho: el porcentaje de desviación habitual del coste de construcción de centrales nucleares en EEUU respecto al coste estimado o presupuestado ha estado entre el 200 y el 400%, tal como se refleja también en el estudio del MIT. La central que se está construyendo en Finlandia ya empieza a acumular también retrasos y extracostes.
Así que, como vemos, el rango es bastante amplio: de 1000$/kW para futuros diseños, hasta 5000$/kW para plantas en construcción si tenemos en cuenta las desviaciones presupuestarias habituales
Ahora lo que tendríamos que hacer es ver si, con estos costes, un inversor estaría interesado en construir alguna central nuclear en España. Para ello se puede simular la evolución del mercado eléctrico español a futuro, bajo la hipótesis de que todos los agentes del mercado tratan de maximizar su beneficio (es decir, con criterios exclusivamente económicos), y ver si se construirían nuevas centrales nucleares, o si los inversores preferirían otras tecnologías. Esto es lo que hicimos en el marco de la tesis que comentaba anteriormente. Suponiendo unos costes generalmente aceptados para el resto de las tecnologías de generación eléctrica y para los combustibles (en especial el gas), y asumiendo un precio para las emisiones de CO2 de 20€/tonelada, el resultado de nuestro análisis es que, para que la nuclear fuera rentable, su coste de inversión debería ser inferior a 1500 €/kW. Lo cual, a la vista de los costes de inversión ya descritos, requiere un grado elevado de optimismo. Un escenario pesimista de precios más altos del gas (8,5$/MMBtu) y del permiso de emisión (35€/t) hacen que la nuclear pueda ser rentable a partir de los 2000 €/kW, lo cual ya es más factible, aunque sigue estando por debajo de los costes reales actuales.
En conclusión: en esta aproximación a la viabilidad económica de la energía nuclear, simplificada pero no desorientada, parece evidente que, actualmente, los números no cuadran. O bien se confía en que los costes de inversión bajen espectacularmente con los nuevos diseños, o que suba el gas y el CO2, o que, si como los franceses queremos apoyar desde ya la energía nuclear como apuesta estratégica, seamos conscientes de que habrá que subvencionarla de alguna forma (mediante subvenciones directas, o mediante contratos a largo plazo con el Estado), al igual que a las energías renovables. Y que por tanto, esta apuesta también nos costará dinero. Lo que habrá que ver es si compensa, teniendo en cuenta que otras opciones como el ahorro energético proporcionan las mismas ventajas, ninguno de sus inconvenientes, y un coste muy inferior.
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