Un informe de McKinsey con buena pinta. Algunos de los mensajes interesantes (porque van en contra del mensaje optimista predominante):
- El coste de la electricidad sube a corto plazo, y luego baja, pero ni tanto como se espera, ni en todos los casos.
- La transición supone crear 200 millones de empleos, pero también perder 185 millones.
- Los sectores afectados por la transición son un 20% del PIB global. Los países más pobres son también los más expuestos, al igual que las rentas más bajas en cualquier sitio.
- Todos estos riesgos aumentan si la transición es desordenada.
Y, hablando de transición, no puedo no citar aquí este comentario de Esteban Hernández, hablando de cosas totalmente distintas, pero que me ha parecido absolutamente demoledor:
No olvidemos, en esta deriva, que hay temas especialmente importantes. Los cambios energéticos y la revolución verde son uno de ellos. La forma en que esta se realice será una prueba de fuego: si todo consiste en grandes inversiones que rentabilizan los mismos en lugar de generar otro tipo de sociedad, el progresismo no será más que un mecanismo útil al servicio de una nueva generación de beneficios. El segundo asunto relevante es hasta qué punto toda esta insistencia cultural no está generando una reacción evidente que favorece a las derechas, en la medida en que sus argumentos y la vehemencia con la que los difunden no sólo crean aceptación social, sino rechazo. Y en cuanto a la visión estratégica, y sólo a efectos comparativos: el sábado estaban reunidos en Madrid Orbán, Le Pen, Abascal y otros líderes de la derecha europea, mientras los progresistas estaban pendientes de la actuación de Rigoberta Bandini.
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