Decía el otro día que el capítulo del Informe España sobre universidades me había resultado decepcionante. Como comentó Fernando González Urbaneja el día de la presentación, parece una laudatio más que un análisis crítico. Sí, es cierto que, además de decir lo bien que lo han hecho, al final plantea algunos retos, pero sin formular alternativas que permitan responder a ellos.
Los retos sí los comparto: la universidad debe ser un motor central de la economía; y para ello debe adaptar sus enseñanzas, preservar la equidad (más y mejores becas), atraer estudiantes extranjeros, aumentar el número de estudiantes que hacen másteres, mejorar la selección y contratación, más movilidad internacional, más transferencia e innovación, mejora reputacional y visibilidad internacional, mejorar sistemas de gobierno universitario. El problema es que todo esto en lo que hace falta tanta mejora es difícilmente compatible con esa visión tan optimista de la situación actual.
Esto me parece particularmente sorprendente porque ya llevamos mucho tiempo dándole vueltas a esto. Precisamente fue la Fundación Encuentro la que organizó una conversación en la radio que me sirvió para escribir mis ideas sobre la necesaria reforma. Luego incluso el Gobierno encargó un libro blanco (que acabó donde acaban todos estos libros blancos, en un cajón...). El caso es que creo que hay bastantes elementos claros de qué habría que cambiar en la universidad española, comenzando por la gobernanza. No sé pues qué sentido tiene felicitarse de lo (poco) conseguido y no insistir en lo que hay que cambiar.
Y además, hay un elemento que no figura como relevante en todas estas ideas del 2012 y el 2013, quizá porque el problema entonces no parecía tan agudo: ¿pueden contribuir las (buenas) universidades a aligerar el problema de la España vaciada? Yo creo que claramente sí, y más en el contexto en el que estamos de necesidad de promover la innovación como respuesta al vaciamiento y a la transición justa. Por lo tanto, creo que a la lista de reformas de la universidad sería conveniente añadir la necesidad de descentralizar, de llevarnos algunos de los mejores campus, o de los nuevos que se quieran abrir, a las regiones vaciadas, como palanca de desarrollo.
Y es que las universidades pueden hacer mucho. Pero no hablo de los campus docentes como los que se han abierto en muchas provincias españolas: eso, que no está necesariamente mal (siempre que no distraigan recursos), no consigue sostener una economía local, sólo formar a los locales para que luego se vayan a buscar trabajo fuera, salvo que hagan formación intermedia, al estilo de lo que hacen los community colleges americanos. Para sostener la economía hace falta formar, pero luego aplicar el conocimiento al desarrollo empresarial. Y la evidencia del impacto de las buenas universidades parece estar ahí (sobre todo para ciudades medianas). Habiendo vivido el año pasado en Cambridge doy fe del impulso que la universidad ha supuesto para el desarrollo de un polo de innovación empresarial muy importante, y de cómo esto ha supuesto una atracción de población a lo que antes era, como decían los locales, una ciudad menos que provinciana (y siempre considerada un pueblito en comparación con Oxford). Lehigh es otro ejemplo de cómo una universidad puede sostener una región en decadencia.
Por supuesto, no todos los sitios valen. Pero hay muchos que sí. Decía Fernando hace ya muchos años en este blog que para atraer talento hacía falta un sitio agradable, con vivienda barata, y buenas comunicaciones internacionales. Madrid y Barcelona no cumplen con lo segundo. Pero Segovia, Valladolid, Logroño, Toledo, Guadalajara, Ciudad Real, Cuenca o León por ejemplo, sí que cumplen. Con trenes de alta velocidad, o muy cerca de aeropuertos internacionales, con vivienda muy asequible, con zonas verdes...
No entiendo pues cómo nos empeñamos en seguir abriendo universidades en Madrid o Barcelona o Valencia, en lugar de invertir en el futuro de la España vaciada y en el de las universidades de calidad.
NOTA: Aunque aquí me centro en el efecto tractor de las universidades, evidentemente hay otras instituciones que también pueden generar actividad económica y servir como tractores en estas zonas: hospitales punteros, entes públicos (por ejemplo, de los que yo conozco, CNMC, CORES, etc....¿por qué tienen que estar en Madrid?)
ADD: Justo unos días después ha aparecido esta entrada en Nada es Gratis sobre las cosas que no se cuentan de la España vaciada. Y creo que afortunadamente mi propuesta es bastante coherente con lo que dicen...y creo que también con lo que dicen en este artículo del NYTimes, algo distinto en su contexto, eso sí.
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