• Situación del ámbito universitario en nuestro país. Principales fortalezas y debilidades. ¿Cómo les está afectando la crisis económica?
La crisis está trayendo recortes a los docentes, a las contrataciones, a los laboratorios, al mantenimiento. Esto está haciendo que se evidencien más las debilidades del sistema:
- Seguimos en la cola de todas las clasificaciones. Podemos discutir la mayor o menor precisión de estos rankings, pero cuando uno sale mal en todos, es que algo falla…
- Pero, dejémonos de rankings. Una prueba de si tenemos calidad es: ¿Somos capaces de atraer alumnos de otros países? Creo que la respuesta es que no al mismo nivel que otros (Holanda, Escandinavia, Inglaterra, Alemania…)
- Otra prueba de que algo falla: Nuestros alumnos están infraempleados, tal como se cuenta más abajo.
- En cambio, es interesante observar que somos de los primeros en escuelas de negocio, cuya estructura de gestión es radicalmente diferente. ¿Será por algo? Ver más abajo cuando hablo de retos.
Una pregunta relacionada que nos podemos hacer respecto a esta falta de recursos y de calidad: ¿hemos hecho demasiado grande el sistema universitario? La universalización del acceso no es mala en si misma. Pero sí si resulta en un empeoramiento de la calidad. En Irlanda, también como consecuencia de la crisis, también se están replanteando esta cuestión.
• ¿Cuáles son los retos a los que se enfrenta?
Muchos, pero en la línea de un estupendo artículo de Aghion et al, yo mencionaría dos: autonomía y competencia, que se resumen en uno: Responsabilidad sobre los ingresos y sobre los gastos, o sobre los productos y sobre las materias primas. Competencia en la búsqueda de financiación y alumnos. Autonomía para diseñar la mejor manera de conseguirlo: fichando y pagando a los mejores profesores e investigadores, y atrayendo a los mejores alumnos. Y que no sólo funciona para los EEUU, sino también en UK, Holanda, Suecia o Suiza. Pero para conseguir esto hace falta una reforma radical de la universidad. A continuación menciono los retos más importantes que yo veo, no necesariamente por orden de prioridad.
Captación de talento: Para tener buenas universidades que generen conocimiento y lo transmitan a los alumnos tenemos que tener buenos docentes e investigadores. Y para eso hay que conseguir que los mejores vengan a nuestras universidades. Nuestros alumnos se enfrentan a un mercado global. ¿Por qué en cambio en las universidades las plazas se cubren típicamente dentro de los propios departamentos? Ni siquiera el mecanismo de habilitación, que supuestamente iba a mejorar las cosas, lo consiguió. Manuel Bagüés tiene un artículo en el que analiza este mecanismo, y encuentra que cuenta mucho más tener a un colega de universidad, director de tesis o coautor en el tribunal que tener más publicaciones, tesis dirigidas, o citas. En un artículo citado por Cabrales, y basado en unas 2.500 encuestas a profesores titulares de universidad que obtuvieron su plaza entre 1997 y 2001, se observa que el 96.3% de ellos la obtuvo en el mismo centro donde ya trabajaba y que el 70% obtuvo la plaza como candidato único. Hay que cambiar los sistemas de contratación, utilizando por ejemplo evaluaciones externas, pero sobre todo, hay que dar los incentivos adecuados a los departamentos para que tomen la mejor decisión posible.
Los profesores existentes: hay que exigirles más, y a cambio, darles más. Es decir, hay que darles más responsabilidad, tanto para lo bueno como para lo malo. Más flexibilidad contractual y salarial, y exponerles a más competencia en la provisión de fondos públicos de investigación y a más competencia por los alumnos.
También me gustaría subrayar un aspecto importante: siempre que se habla de selección del profesorado hablamos de investigación. Y yo creo que la investigación de calidad es muy importante, un profesor universitario no puede no hacer investigación de calidad. Pero no puede ser el único criterio por el que se le evalúe para su contratación o para su evaluación periódica, la docencia es típicamente la gran olvidada. Hay que diseñar mejores encuestas y procedimientos de evaluación de la calidad docente de los profesores. Hay que estimular la innovación docente. Un mal docente no puede estar en la universidad, puede estar en un instituto de investigación si quiere, pero no en una universidad, porque el negocio fundamental de la universidad es la transferencia de conocimiento a los alumnos.
Respecto a los alumnos: tenemos que incentivar la cultura del esfuerzo. Y las tasas que pagan no incentivan este esfuerzo, sino que premian a los peores alumnos. Deberíamos subir las tasas y establecer un sistema de becas que realmente premie los buenos resultados. Esto creo que ayudará a hacer una mejor selección de estudiantes. ¿De verdad tantos tienen que estudiar un Grado, si luego no lo van a usar? En este sentido, creo que no hay que subsidiar a las universidades, sino a los alumnos. Y eso no significa necesariamente becar sólo a los mejores, incluso aunque sean ricos: también se pueden utilizar becas en función de la necesidad económica, tal como hacen las mejores universidades americanas, que quieren tener a los mejores alumnos independientemente de su capacidad económica. El sistema actual no es igualitario, sino todo lo contrario, porque subvenciona a los ricos, que son los que más van a la universidad.
Estímulo del emprendimiento y la innovación: nuestra universidad genera opositores, empleados, pero no emprendedores e innovadores, que son los que necesitamos ahora. Y para esto necesitamos dejar de hacer las cosas como ahora, romper algunos de los mimbres, ser menos conservadores.
Finalmente, la conexión con la sociedad. A pesar del importante papel que puede tener la universidad como motor económico y social, la universidad vive en su mayoría a espaldas de la realidad social, económica e industrial. Las empresas no utilizan los servicios de la universidad (ni siquiera a los alumnos, a los que tienen que formar después). Entonces, ¿para qué sirve? No se puede permitir seguir financiando actividades desconectadas de la empresa (salvo las consideradas como investigación básica). Y no vale tampoco echarle la culpa a la empresa, porque la empresa, cuando lo necesita, llama a quien haga falta. Pero claro, si no se fía de la universidad…Por supuesto, hay excepciones como la bioquímica o departamentos aislados.
Para conseguir estos objetivos hay dos instrumentos que no debemos descuidar:
Financiación: los mecanismos de financiación pueden ayudar a resolver algunos de estos problemas, dando los incentivos apropiados. Por ejemplo, premiando a aquellas universidades con mejores resultados en cuanto a calidad o empleabilidad de sus alumnos, en cuanto a proyectos de investigación en financiación competitiva (o mejor de empresas), etc.
Gobernanza: ¿realmente es el mejor sistema el que tenemos de elección de gestores?¿No es un sistema que incentiva el clientelismo en lugar de los buenos resultados? Deberíamos tener un sistema que exija a los gestores, que les pida cuentas de su gestión, y no se limite a favorecer el tráfico de intereses. Aquí también se pueden hacer otras muchas cosas. Algunas universidades por ejemplo están experimentando con la eliminación de los profesores-funcionarios, o de los departamentos. O repensándose el equilibrio entre libertad académica de los profesores y su servicio a la universidad. Un sistema de gobernanza que favorece el mantenimiento del status quo y la tradición no nos va a llevar ahí.
Lo malo de esto, o lo bueno, es que estamos frente a un círculo virtuoso: mejores alumnos, mayor proyección y prestigio social, mayor financiación, mejores profesores, y vuelta a empezar.
• ¿Sobran carreras o universidades? ¿Están adecuadas a las necesidades de los estudiantes y del mercado laboral?
Eso lo tiene que decidir el mercado laboral. Pero mi sensación es que no, que no están adecuadas. Los graduados universitarios ganan más que los no titulados, pero no tanto como en otros países, y además esto se ha estancado en los últimos años. Además, España tiene las peores tasas de empleo en función de la cualificación. Podemos echarle la culpa a la empresa si queremos, y al mercado laboral rígido, pero yo creo que en vez de acusar a otros, también podemos tratar de mejorar nuestra parte.
Por supuesto, esto no quiere decir que yo crea que el diseño de carreras deba tener en cuenta exclusivamente el aspecto de la empleabilidad. La universidad proporciona otras habilidades y competencias, necesarias para la sociedad y sus miembros, que no necesariamente se traducen en una empleabilidad inmediata: ¿Hay que cerrar las carreras de filosofía, o de historia? Pues no! Pero tampoco tener una por provincia.
En todo caso, también puede ser interesante usar otro indicador: después de haber creado tantas universidades, ahora nuestros gobiernos quieren que se fusiones (virtualmente, por ejemplo en los campus de excelencia). ¿En qué quedamos entonces?
• Implantación de Bolonia
Bolonia tiene algunas cosas buenas: la homologación de las enseñanzas, la mayor información para los empleadores, la oportunidad para mejorar los procesos de aprendizaje, etc. Pero no corrige los defectos fundamentales de nuestra universidad. En este sentido, Bolonia me parece una anécdota comparada con los otros problemas. Y se puede usar para bien o para mal.
De hecho, en la práctica creo que Bolonia se ha utilizado para conseguir diversos fines, no necesariamente recogidos en sus principios. Y el resultado es que a veces Bolonia ha resultado en un lío mayor que el que había antes. Recuerdo aquí un video que me pasó Antonio que refleja muy bien lo que está siendo Bolonia.
• Aprovechamiento de las TIC por parte de las universidades. ¿Echan en falta mayor inversión en I+D?
Yo creo que ya tenemos suficiente, fundamentalmente porque la utilización de las TIC es un fenómeno para mí bottom-up, es decir, debe venir solicitado por los profesores que quieren dar mejor sus clases, y no impuesto desde arriba. De hecho, la imposición del uso de TIC puede ser contraproducente, porque hace que la gente se concentre en el medio, y no en el fin. Si el disponer de pizarra electronica, cañon de proyeccion, acesso a internet, se usa para proyectar 100 transparencias por hora, para poner videos para no tener que hablar, etc., entonces es malo. Si los alumnos usan los portátiles con wifi para navegar y chatear en clase, también. La semana pasada justo leía la noticia de un profesor de Kansas State, gran valedor del uso de las TICs, que se ha dado cuenta de que no son imprescindibles, no son condiciones necesarias para ser un buen docente.
• Auge de la universidad a distancia
Yo creo que no es para tanto. Sí, MIT ofrece sus cursos online, y va a comenzar a dar certificados. Pero, ¿sustituirá eso a la universidad tradicional?¿Queremos (incluso MIT) que lo haga? No creo.
Nuestras experiencias online nos demuestran que el valor del trabajo controlado en clase, de la interacción y discusión con el profesor en persona, vale mucho más de lo que nos creemos. Esto no quiere decir que los aprendizajes online no tengan valor. Simplemente que la universidad tradicional todavía aporta mucho, y especialmente a los que más lo necesitan (los buenos alumnos siempre serán buenos).
2 comentarios:
Buen repaso, Pedro. Estoy de acuerdo en todo. Sin embargo, un tema tan importante no parece estar en la agenda de nadie...
Es que, como decía el otro día hablando de innovación, una reforma de este tipo supone que los que están tienen mucho que perder. Y eso, claro, no ayuda a hacerse amigos.
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