Me manda Ignacio este artículo estupendo del NYTimes donde cuentan la historia de los Bell labs. Estos siempre han sido una referencia como modelo de innovación, por lo que consiguieron hacer en los EEUU de la postguerra (y de lo que todavía seguimos disfrutando). Cosas que mencionan y que me parecen importantes:
- la necesidad de los lugares comunes para estimular el intercambio de ideas. Hay que poner en el mismo pasillo a los que generan las ideas, para que estas se reproduzcan, como dice Ridley. Y, por experiencia, sé que es mucho más efectivo comentarlas en la máquina de café que por internet o teléfono.
- dar tiempo, y libertad para probar cosas raras sin miedo a equivocarse (esto lo hace Google con sus empleados, o al menos eso dicen)
- poner en contacto a los generadores de ideas con los que las llevan al mercado (léase, las empresas en casi todos los casos)
Algunas de las ideas parecen complicadas de implantar: eso de dar tiempo, al fin y al cabo, supone dinero. ¿De dónde lo sacamos? En el artículo dicen que esto lo podía hacer Bell porque tenía financiación estable, proporcionada por una compañía matriz monopolista. De hecho, hay un argumento a favor de los monopolios de que permiten hacer I+D mejor que las empresas que se están pegando en un mercado competitivo, y que por tanto tienen que recortar sus costes (incluidos los de I+D) como sea. Pero, por otro lado, los monopolios no tienen el más mínimo incentivo a innovar, dado que tienen a su mercado cautivo. ¿Cómo resolver este conflicto?
Una posible opción es que quien ponga el tiempo/dinero sea la Administración Pública (que al fin y al cabo quiere corregir la externalidad generada por el hecho de que el conocimiento es un bien público). Pero claro, el problema es que la AP típicamente no tiene ni idea de dónde poner este tiempo/dinero. ¿Y si se lo da a las empresas, de forma competitiva? Porque las empresas que están compitiendo en el mercado sí saben por qué tienen que apostar si quieren ganar la partida mediante la innovación. Y luego las empresas ya serán libres de gastarlo ellas, o de contratar a los mejores investigadores para que lo hagan. Esto no está libre de problemas, claro: ¿qué pasa con la propiedad de los resultados, son de la AP o de la empresa?¿y con la confidencialidad, fundamental para empresas en competencia?¿cómo nos aseguramos de que las empresas usan bien el dinero para innovar?¿qué pasa con el largo plazo, si las empresas de lo que se preocupan es de su beneficio en el corto?
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