lunes, 31 de enero de 2022

Otra alternativa para la asignación gratuita del ETS

En este policy brief, Milan Elkerbout propone, en lugar de cargarse la asignación gratuita, mantenerla, pero cambiar el benchmark a las tecnologías descarbonizadas, de forma que reciban mucha más asignación (que luego podrían vender, por ejemplo con contratos por diferencias). Claro, esto tiene el mismo problema que eliminar la asignación: la competitividad de los que aún no han cambiado la tecnología.

viernes, 28 de enero de 2022

Los efectos macroeconómicos de la transición energética

Según Pisani-Ferry, no parecen muy positivos en el corto plazo (sí en el largo):

Because of the accelerated pace of climate change and the magnitude of the effort involved in decarbonizing the economy, while at the same time investing in adaptation, the transition to net zero is likely to involve, over a 30-year period, major shifts in growth patterns. Effects will include a significant negative supply shock, an investment surge sizable enough to affect the global equilibrium interest rate, large adverse consumer welfare effects, distributional shifts, and substantial pressure on public finances. 
Leaving aside many dimensions of the issue—such as stranded assets and the trade and exchange rate consequences of decarbonization—a simple exploration of the essential mechanisms at work suggests that the transition to net zero will confront policymakers with serious macroeconomic difficulties. This transition is unlikely to be benign and policymakers should get ready for tough choices.

Leed el policy brief completo, que es cortito. Gracias a Isidoro Tapia por la pista.

jueves, 27 de enero de 2022

Visiones sobre el CBAM

 La visión japonesa: positiva en general, aunque cauta y demandando diálogo.

Y la visión de la industria española, en esta mesa organizada por la Catedra BP y Enerclub: más positiva por parte del sector eléctrico, más crítica por parte del acero y la cerámica.

miércoles, 26 de enero de 2022

Michael Grubb, sobre los precios de la electricidad

Me ha dejado un poco perplejo esta columna de Michael, porque me parece que está reinventando la rueda. Para controlar los precios de la luz, propone crear un "pool verde" que compre la energía renovable con contratos de largo plazo, que compre en el mercado mayorista la energía de respaldo que necesite, y que de esta forma logre ofrecer a los consumidores electricidad a precio asequible, algo a lo que además contribuiría una gestión activa de la demanda de los clientes.

Suena por supuesto muy razonable...y por eso realmente esto ya existe: se llaman contratos de largo plazo, por los que cualquier comercializadora puede comprar esta energía verde, complementarla si hace falta con energía de respaldo, y venderla a sus clientes. Otra cosa, por supuesto, es que las comercializadoras hayan preferido no cubrir sus riesgos, o que los clientes hayan preferido confiar en unos precios del pool excepcionalmente baratos, y en que el gobierno les salvaría si fuera necesario.

Así que no entiendo bien qué aporta la propuesta de reforma del mercado de Michael. ¿Vamos a hacer los contratos de largo plazo con las renovables obligatorios? Eso parece complicado...tenemos un mercado libre donde, si alguien no quiere contratar, no tiene por qué hacerlo (eso sí, la responsabilidad de pegársela debe ser sólo suya). ¿O lo que cambia es que ese "pool verde" vende directamente a los clientes, al estilo de lo que proponía el gobierno español con la energía de las subastas? Eso es cargarse la comercialización, algo que no creo que guste mucho en Bruselas.

Decía en el artículo citado antes que confiaba en que esta crisis sirva para que los agentes, sobre todo la demanda, contrate más a largo plazo...si lo consigue, tendremos lo que propone Michael sin hacer falta ninguna reforma. Si no se consigue, evidentemente habrá que plantear otras cosas, como quizá una obligación de contratar más a largo. Pero creo que el pool verde no es imprescindible para esto.

martes, 25 de enero de 2022

Miradas críticas a la descarbonización empresarial

 Los de Quartz tienen un par de artículos recientes en los que dejan claro que la descarbonización empresarial va a llevar su tiempo. Aquí recogen las promesas de las empresas, y aquí diseccionan la última carta de Larry Fink, concluyendo que esto no va tan rápido como a veces parece.

lunes, 24 de enero de 2022

Tim Harford, sobre el análisis coste-beneficio

Hace unos días comentaba que cada vez es más habitual plantear la sustitución del análisis coste-beneficio por un enfoque riesgo-oportunidad. Pero también señalaba yo entonces que esto no resuelve los problemas. Tim Harford coincide en que, seguramente, lo más sensato sea, por un lado, tratar de mejorar el análisis coste-beneficio, y por otro lado, conocer bien sus limitaciones. Me gusta su analogía del ACB como un algoritmo (como un modelo): debe servir para informar las decisiones públicas y el debate social, no para sustituirlos.

viernes, 21 de enero de 2022

Hay que salir más al monte

Y disfrutar de las estrellas en un cielo sin contaminación lumínica. Y escuchar el canto de los pájaros, y el rumor del agua. Y asombrarse con los árboles, y las flores, y los animales grandes o pequeños que nos encontramos....y con las montañas y con las llanuras. 

Alan Lightman, con quien por supuesto no puedo estar más de acuerdo, nos lo recuerda, aportando mucha información acerca de los beneficios físicos y mentales del contacto con la naturaleza. Así que, ya sabéis lo que hay que hacer este fin de semana. A los madrileños, nos vemos en la Sierra.

PS: Para los que quieran leer más de Lightman, aquí van dos recomendaciones.


jueves, 20 de enero de 2022

EEUU va a subvencionar el hidrógeno verde

 Con una cantidad significativa, que puede hacerlo competitivo. Lo del azul dependerá de cómo contabilizan las fugas de metano. Pero, en cualquier caso, la cuestión es que ese escenario ideal para el hidrógeno verde en España puede empezar a verse comprometido si más regiones terminan siendo más competitivas que nosotros...

Muy relacionado: parece que el amoníaco se va consolidando como vector para transportar el hidrógeno.

miércoles, 19 de enero de 2022

Un enfoque alternativo para luchar contra la pobreza energética

 Este investigador defiende que hay mucha gente vulnerable que no puede acogerse a los programas de ayuda a la pobreza energética. Tiene toda la razón, y señala múltiples razones: desconocimiento, problemas de acceso, no querer ser señalado como vulnerable (por el estigma social), o incluso por defectos en la definición de vulnerabilidad (que por ejemplo se olvida habitualmente de la pobreza oculta). El caso español es un buen ejemplo: las familias dada de alta en el bono social son muchas menos que las estimadas como vulnerables.

El problema es que la solución que plantea no me parece que sea mucho mejor: el garantizar precios bajos de la energía para todos tiene muchos inconvenientes. Para empezar, el problema de equidad, ya que estamos subvencionando a mucha, mucha gente que no lo necesita. Y además, como los ricos consumen mucho más, en términos absolutos se llevarán mucha más ayuda que los hogares pobres. Para seguir, el problema de eficiencia: el uso de fondos públicos tiene un claro coste de oportunidad. Si los usamos en esto no los podremos usar en otras cosas a lo mejor más apropiadas que garantizar precios bajos para los ricos. Y además la señal de eficiencia energética desaparece.

Yo me temo que la solución más bien va por mejorar la identificación de los vulnerables, algo en lo que la Cátedra de Energía y Pobreza lleva tiempo trabajando, y en asegurarse de que las ayudas llegan a los que las necesitan.

martes, 18 de enero de 2022

El futuro de las petroleras, según The Economist

 El realismo de The Economist es siempre de agradecer. Muy recomendable leerlo entero. Su conclusión: 

For all their low-carbon talk, in other words, investors are not giving up on oil—and American oil bosses know it

El artículo tiene varias perlas interesantes acerca del rendimiento de las empresas de petróleo y sus perspectivas

- IHS Markit estimates that global investments in oil and gas have generated a median annual operating return on capital of 8.3% since 2010, compared with 5% for renewables"

-  En 2021, el S&P Energy Index (que incluye a las petroleras) superó de largo a Clean Energy Index (que no las incluye).

 -"Amin Nasser, chief executive of Saudi Aramco, the world’s oil colossus, warned of inflation and social chaos unless countries accept that “oil and gas will play an essential role during the transition.”"

- Mientras que las empresas europeas desinvierten en fósiles, las americanas consiguen mejorar la eficiencia del shale y hacerlo competitivo a 30-40$/barril (e invierten en CCS o captura directa para lavar su reputación).

Mi conclusión: evidentemente, mientras el petróleo tenga demanda y siga siendo un gran negocio, no va a ser tan fácil eliminarlo. Algo más habrá que hacer si queremos quitarlo de enmedio...

lunes, 17 de enero de 2022

Escenarios para el precio de los offsets climáticos

 Bloomberg nos cuenta cómo, dependiendo de lo duras que se pongan las condiciones para certificar offsets climáticos, los precios podrían oscilar entre 47 y 120 dólares en 2050 (a comparar con los 2.5$ actuales). Lo lógico sería que las condiciones se pusieran cada vez más duras, si realmente nos preocupa la integridad climática (es decir, evitar el greenwashing). Pero lo que es interesante señalar, en mi opinión, es que 120$ es mucho menos de lo que le va a costar a muchos países cumplir con sus escenarios net-zero, y por tanto con el precio del permiso de emisión en regiones como el ETS. Por lo tanto, seguramente esta estimación del precio de los offsets esté subestimada, porque lo lógico es que su precio se aproxime al de los permisos, por coste de oportunidad...(y al revés).

viernes, 14 de enero de 2022

Ciencia y religión, de John Hadley Brooke

Entre las (muy pocas) cosas buenas que tiene haber pasado la COVID estas navidades está el haber podido leer mucho. Y aproveché para leerme un par de libros que me regaló hace tiempo José Manuel Caamaño (¡gracias de nuevo!), director de la Cátedra de Ciencia, Tecnología y Religión de Comillas. De los dos, uno me ha gustado mucho, y el otro bastante poco.

El que me ha gustado más ha sido Ciencia y Religión, de John Hadley Brooke, un clásico de 1991 en el que repasa la historia de la ciencia occidental, y su relación con la religión. El libro es muy interesante, ameno y fácil de leer. Además, su planteamiento central me parece inteligente y sensato: no se puede generalizar la idea de conflicto entre ciencia y religión, igual que tampoco puede defenderse que tenemos ciencia gracias a la religión (como hace el segundo libro). Brooke presenta ejemplos muy curiosos de cómo a veces la ciencia se utilizaba para defender posturas religiosas, o al revés, y de cómo esta relación ha ido evolucionando en un sentido y en el contrario durante toda la historia. Quizá el único pero que le pondría es que es demasiado anglófilo, a veces parece como que no hubiera científicos fuera del Reino Unido...y eso ya sin hablar de otras religiones o culturas científicas no occidentales, como la india o la china, en las que ni entra (aunque sí lo hace en un libro posterior). En todo caso, recomendable.

El que no es recomendable en mi opinión es La curiosidad penúltima, de Wagner y Briggs. Además de no aportar nada sobre la historia de la ciencia sobre el de Brooke, cometen el error de tratar de convencernos de que la ciencia siempre ha ido detrás de la religión: que sin religión, no habría habido ciencia. Y claro, esto es mucho más cuestionable, para empezar porque ni siquiera plantean un contrafactual. Más allá de la idea inicial, que puede ser atractiva, la cosa no vale la pena.

jueves, 13 de enero de 2022

A vueltas con la taxonomía

Aunque la cosa ya se veía venir, cuando los gobiernos francés y alemán empezaron ya hace semanas a presionar, la propuesta de la Comisión Europea para incluir al gas y a la nuclear en la taxonomía de inversiones sostenibles ha generado mucho ruido en España, con múltiples debates en la prensa como este.

Yo sí entiendo la reacción en contra del Gobierno español contra la propuesta comunitaria (no tanto la de algunas reacciones más generales). Pero también entiendo la posición europea, la verdad. A continuación explico por qué, y comienzo con la propuesta europea.

Yo, en mi primera valoración de la taxonomía ya decía que las "actividades facilitadoras" como el gas o la nuclear tenían que definirse muy, muy bien para no crear líos. Porque, efectivamente, puede haber una necesidad para ellas en la transición energética. El que en España no las necesitemos (y en principio no necesitamos nuevas inversiones en gas o en nuclear) no quiere decir que para otros países (con menos recurso renovable, o con más carbón que cerrar, o con menos sensibilidad por los residuos nucleares) no puedan ser herramientas clave para descarbonizarse lo antes posible. Sí, ya sé que la nueva nuclear es muy cara: por eso (entre otras razones) no tiene sentido para España. Y también que el riesgo asociado a los residuos de alta actividad (al menos tal como se gestionan ahora, aunque esto podría cambiar) es mayor que el de las renovables. Pero para de verdad saber si Bulgaria o Finlandia no necesitan otro reactor nuclear habría que mirar con mucho cuidado sus posibilidades, recursos y dinámicas. Lo mismo pasa con las alternativas para cerrar el carbón en Alemania (el que quieran un sistema eléctrico descarbonizado en 2035 no quiere decir que no necesiten el gas - en España por ejemplo la industria demanda tres veces más gas que el sector eléctrico). A primera vista, no parece una locura considerar la opción, sobre todo si además pensamos en el largo plazo.

En ese sentido, estoy de acuerdo con Luis Garicano en que esto es una propuesta muy pragmática. Porque, recordemos, y esto creo que es esencial, que la taxonomía lo que pretende es identificar las tecnologías necesarias para descarbonizar Europa. Además, por mucho que estén en la taxonomía, los inversores no son tontos: el riesgo asociado al gas y la nuclear es mucho mayor que a las renovables, así que siempre llevarán una prima de riesgo con respecto a éstas. El incluirlas en la taxonomía no las hace inmediatamente igual de competitivas que las renovables, sólo las hace posibles. Y esto, como digo, puede ser necesario, mirando caso por caso. Negarnos a ellas por principio me parece poco razonable. De hecho, la negativa a la nuclear en Alemania es la que seguramente les haga necesario instalar más gas, si a la vez quieren cerrar el carbón.

Pero decía que también entiendo la postura del Gobierno español: cuando un gobierno como el nuestr apuesta por sólo construir renovables para su transición energética, y cuenta con una financiación en muy buenas condiciones para ello (gracias a la taxonomía), el que se incluyan otras actividades como el gas o la nuclear básicamente lo que supone es que habrá más competencia por la financiación barata (y por tanto no será tan barata). No hace falta llegar al postureo para entender esto. Pero lo que es seguro es que habrá una buena pelea en el Consejo, porque al fin y al cabo lo que está en juego es la disponibilidad de financiación barata para la transición de cada estado miembro.

ADD: Después de escribir esto, me pidieron una versión ampliada para The Conversation

martes, 11 de enero de 2022

Enfoques alternativos para la innovación energética y transición energética

Un proyecto muy interesante, en el que participan buenos amigos, en el que se plantea el enfoque riesgo-oportunidad como alternativa al tradicional coste-beneficio. En octubre publicaron su informe, en el que tratan de extraer lecciones de cómo muchas veces no somos capaces de entender bien las oportunidades que pueden surgir de la innovación cuando uno va más allá del coste-beneficio, y aplican lo aprendido a los coches eléctricos y al acero verde.

Algunas ideas son similares a las de Mazzucato (en cuanto a la necesidad de que el estado corra riesgos), o a las de Hirschman (ir más allá de la mera contabilización de cosas medibles, buscando oportunidades). El problema como siempre de estos análisis es la generalización (contra la que también nos advertía Hirschman). No tanto respecto a los problemas del coste-beneficio, muy evidentes...sino respecto a la alternativa. Porque sí, identificar los riesgos y oportunidades es muy pertinente, pero sigue estando sujeto a muchas incertidumbres. Nadie podía haber esperado las reducciones de costes que se produjeron en la fotovoltaica, que además tuvieron lugar por una combinación de políticas no coordinadas, como bien nos contaba Nemet.

Por tanto, aunque la metodología propuesta es muy sensata y estructurada, no resuelve el problema fundamental: el coste de oportunidad de la actuación pública sigue existiendo, y seguimos sin saber cuál es la política óptima, o qué cosas funcionan, más que ex-post. De nuevo, viene bien volver a Hirschman: prueba y error, y enfoques secuenciales. Y por supuesto, como bien apuntan los autores, coordinación internacional.

viernes, 7 de enero de 2022

The logic of collective action, de Olson

Hace unos días me llevé prestada una pila de clásicos de casa de Santi (gracias por la confianza), así que iré reseñándolos a medida que vaya leyéndolos, y aquí va el primero.

Es interesante leer este libro después del de los de Hirschman: se entiende bien la frustración de éste con la simplificación excesiva de algunos economistas, como Olson (al que se dirige en particular en alguno de sus comentarios). Y es que, en este clásico, Olson simplifica muchas, muchas cosas, para tratar de concluir en algunos mensajes claros. Cosa que hace bien, lo que explica seguramente su situación como referencia y la abundancia de citas a este su libro principal.

Y eso que creo que el libro no ha envejecido particularmente bien: aunque es corto, hay muchas partes que ya no son relevantes o de interés para el momento actual. Por otra parte, hay algunos comentarios puntuales que sí siguen teniendo vigencia (como alguna idea directamente aplicable al COVID).

En todo caso, su mensaje principal es que los grupos grandes que tratan de lograr un bien público (no un bien de titularidad pública) o colectivo no funcionan: el incentivo a ir de polizón (free-riding) es demasiado grande para cualquier miembro del grupo, y por tanto nadie tiene incentivo racional a participar en ellos.

En cambio, los grupos pequeños son mucho más efectivos. Por eso (p128) siempre podrán derrotar a los grandes, aunque los segundos deberían tener más peso en nuestras democracias. Es curioso que, en un comentario muy actual, Olson ponga como ejemplo una cita de Key: "the lobbyists for electrical utilities, for example, are eternally on the job; the lobbyists for the consumers of this monopolistic service are ordinarily conspicuous by their absence".

Esto, claro, diría Hirschman, se olvida de que muchas veces la razón no coincide con la racionalidad económica: el sentido del deber, el compartir un objetivo común, las normas sociales, pueden hacer que a veces queramos participar en un grupo de estos, a pesar de su aparente falta de racionalidad económica. Olson no dice que no (en la p.160 habla por ejemplo de las organizaciones no económicas, en las que la ideología, la religión o las causas perdidas explican algunos casos), pero pone un contraejemplo parcial: la financiación de los servicios del estado, como la seguridad pública, que es imposible conseguir con participación voluntaria. Por otra parte, su lógica podría extenderse al voto: ¿quién va a querer votar, si sabe que su voto es marginalmente inútil? (la "rational voter hypothesis"). Y sin embargo, votamos, es cierto que no al 100%, pero...Como en muchas ocasiones la verdad está en un punto intermedio: la lógica de Olson explica el que los bienes públicos no se consigan en el nivel óptimo, pero seguramente no explica los niveles reales.

Olson sí matiza que no sólo influye el tamaño del grupo, sino también su asimetría interna. Cuando más asimétrico, más posibilidades haya de que funcione, aunque en este caso los participantes de mayor tamaño pagarán una parte proporcionalmente superior (Olson dice que los pequeños "explotan" a los grandes).

La única forma de que los grupos grandes funcionen es, o bien hacer la participación obligatoria, o que proporcionen incentivos selectivos (es decir, a los agentes individuales). Aquí ve un papel interesante para los "emprendedores", innovadores capaces de encontrar estos incentivos. Y por supuesto esto le permite explicar la existencia de afiliados a los partidos políticos, cuyo incentivo particular es el carguito o cargazo...esto no ha cambiado en absoluto :).

Como decía antes, Olson tiene algunas intuiciones interesantes más:

p54: como los grupos que sí funcionan son pequeños, es normal que, cuando las organizaciones quieran actuar, lo hagan a través de comités de pequeño tamaño, y en cambio los comités sean mayores cuando no son de "acción". Esto, en todo caso, no quiere decir que los grupos pequeños sean siempre mejores (a veces interesa explorar, no actuar...)

p89ss: aunque no es suya la idea, Olson compara la idea de participación obligatoria, necesaria para que funcionen los grupos grandes como los sindicatos, con la obligación de pagar impuestos, que algunos como Buchanan proponen que sólo debería estar basada en un voto democrático unánime, y reflexiona acerca de lo que esta participación obligatoria supone para la libertad, confrontando en parte a Hayek. Olson concluye en que la clave no es si la participación en sindicatos y organizaciones similares debe ser obligatoria o no, sino en si realmente todos estamos de acuerdo en que hacen falta sindicatos (o cualquier otro ejemplo de bien colectivo). Y, si lo estamos, entonces, al igual que en el caso de los impuestos, la participación debe ser obligatoria. Y esto no debería preocuparnos en cuanto a restricción de libertades, si procede de un proceso democrático, porque es similar a la restricción de libertades que impone un contrato libremente acordado. Aunque sí reconoce que cualquier provisión de bienes públicos/colectivos implica una restricción de la libertad económica, aunque es algo que tenemos que aceptar. Como decía arriba, esto es una cuestión muy relevante en el momento actual a la hora de diseñar las restricciones frente al COVID...
Curiosamente, y también respecto a la libertad económica: dice que, en esencia, lo que más restringe la libertad económica es la necesidad de pagar impuestos para financiar los gastos del estado en defensa, etc. (justo los que defienden los conservadores), mientras que las empresas públicas no restringen la libertad económica...

p172. En una clara anticipación de los tiempos actuales, en el apéndice a la reimpresión de 1971 Olson dice que los bienes públicos cada vez serán más numerosos e importantes en el tiempo. Y las consecuencias de esto son:
- que el papel del Gobierno cada vez será más importante;
- que el PIB cada vez se quedará más corto, y que necesitaremos otros indicadores;
- y que este aumento de bienes públicos y externalidades hará que las sociedades cada vez estén más divididas y en conflicto (o polarizadas, aunque esto no lo dice él). Porque las distintas actitudes hacia los bienes públicos son mucho más divisivas que las distintas preferencias por los bienes privados.

miércoles, 5 de enero de 2022

El efecto de los termostatos inteligentes

Casey Wichman nos cuenta un experimento que han hecho en Ontario, y que, curiosamente, ha llegado a conclusiones muy similares a las que llegábamos ya hace mucho tiempo Adela y yo:

- que los ahorros económicos individuales son muy pequeños, y seguramente no justificarían ni que la gente escogiera una tarifa por bloques (como el PVPC) ni que se metieran en líos de cambios del momento del consumo

- pero que esto cambia cuando estos cambios los hace un cacharro inteligente: los ahorros energéticos que se consiguen, sobre todo en reducción de puntas, son muy significativos y justifican de largo la inversión en el cacharro. Además, las pérdidas de confort son muy reducidas.

Esto les lleva a él y a Raimi a discutir acerca de si las tarifas por bloques deberían ser la opción por defecto (muy interesante para el debate español :)), algo en lo que estoy esencialmente de acuerdo.


martes, 4 de enero de 2022

Las biografías y textos de A. O. Hirschman

Había siempre leído muchas cosas buenas de A. O. Hirschman, fundamentalmente a Dani Rodrik, así que siempre había tenido ganas de conocerle mejor. Y este verano me líe la manta a la cabeza y compré tres libros: la biografía, reciente, de Michele Alacevic, la clásica de Adelman, y una compilación de ensayos de Hirschman. Los ensayos sólo los he podido leer ahora en Navidad, de ahí el retraso en publicar esta reseña.

El resumen: la biografía de Alacevic me parece excelente. La de Adelman no tanto: si no hay otra cosa, vale; pero mucho mejor irse directamente a la de Alacevic (aunque aquí por supuesto puede influir el orden de lectura, yo leí primero la de Alacevic). Y los ensayos: pues quizá por tener tantas expectativas puestas en ellos (Adelman pone a Hirschman como uno de los grandes escritores académicos del s.XX), no me han gustado tanto, seguramente por reflejar demasiado bien la actitud de Hirschman hacia el conocimiento científico, una actitud de cuestionamiento permanente que le hace difícil formular propuestas concretas, y que por tanto resulta en unos textos que, aunque bien construidos, llenos de sentido común y erudición, no enganchan por ser demasiado difusos.

En cualquier caso, tras leer todo esto, mi conclusión es que Hirschman, tal como defiende Rodrik, debería ser una de las referencias de cualquier investigador en economía o ciencias sociales. Por su capacidad para generar ideas transversales y brillantes; por su heterodoxia, su amplio espectro, y su voluntad de cuestionar todo; por su insistencia en que no hay nada nuevo bajo el sol, que casi todo está ya inventado; y por su voluntad de asumir el conflicto, la complejidad y la incertidumbre como elementos positivos de la sociedad (aun a costa por ejemplo de que perdamos poder explicativo o predictivo). Una figura admirable por su valía académica y su compromiso personal.

De todas las ideas que planteó, las que me parecen más interesantes son:

- La introducción de variables como la salida (exit) o la queja (voice) en el funcionamiento de los mercados (o incluso de los estados), que permiten explicar mucho mejor el comportamiento de los consumidores o de los ciudadanos, y que también le llevan a concluir que la competencia no es necesariamente la mejor solución para mercados de servicios "universales" (como la comercialización eléctrica), porque puede resultar en una carrera hacia el fondo. De hecho, va más allá y dice que cuando hay un número de proveedores pequeños frente a grandes, el daño que puede hacer la salida en la calidad del servicio es mayor. En estos casos, la competencia no afecta al monopolista, y además le quita de en medio a los consumidores más problemáticos. Hirschman concluye que esta estructura de mercado "es una opresión de los débiles por los incompetentes, y una explotación de los pobres por los vagos, que es tan duradera y dañina como poco ambiciosa y evitable".

- El planteamiento de las políticas públicas en forma de secuencia, de forma que los primeros pasos vayan cambiando las percepciones de los agentes, e induciendo los cambios posteriores. Esto le hace descartar las políticas óptimas: "In many situations, it may be possible to define optimality only with respect to the width and frequency of periodically needed reversals of policies and changes in institutions."

- El efecto túnel, por el cual las mejoras de otros, en lugar de inducir envidia, producen esperanza de que pronto llegará también nuestro turno de mejora. Esto explica la tolerancia a la desigualdad de renta, salvo cuando se llega al punto de frustración, o salvo cuando la situación es de suma cero (por recursos limitados), como en las sociedades agrarias.

- Una de las ideas más conocidas de Hirschman es la de los encadenamientos hacia delante y hacia atrás como criterios para impulsar el desarrollo de distintas industrias. Esto es una de las bases del análisis input-output. Ahora bien, Hirschman nos recuerda que debemos tener cuidado con estos análisis, porque tendemos a aplicarlos de forma sincrónica, mientras que realmente, los encadenamientos necesitan tiempo para desarrollarse: es decir, que el análisis debe ser dinámico, y si lo hacemos estático podemos estarnos equivocando de sector.

- También particularmente interesante para el diseño de políticas (él usa el ejemplo de políticas ambientales) es su reflexión de que el objetivo de la regulación no es sólo incentivar o desincentivar, sino también tratar de influir y cambiar los valores sociales y códigos de comportamiento. En su ejemplo, un impuesto a la contaminación no permite cambiar estos valores (al dejar que los contaminadores se escapen pagando), mientras que las restricciones sí ayudan a cambiar estos valores. Sería muy interesante evaluar esta hipótesis por ejemplo en la comparación entre peajes de entrada a las ciudades y zonas de bajas emisiones, o entre impuestos ambientales y cuotas de contaminación...


lunes, 3 de enero de 2022

Los efectos en las emisiones de los cambios de dieta

Feliz Año! Espero que todos hayáis pasado unas estupendas Navidades.

Seguro que uno de los propósitos de Año Nuevo de muchos es mejorar la dieta, sobre todo después de los excesos navideños...Así que no viene mal comenzar el año con esta entrada, que trata de responder a una pregunta bastante habitual que se escucha en muchos foros: el efecto del cambio de dieta, en particular hacia dietas vegetarianas (no cubierto en la entrada de la IEA), sobre el cambio climático. 

La primera forma de calcularlo sería ir a las estadísticas de emisiones de IPCC, que nos dicen que:

- que las emisiones de la ganadería son un 6% de las emisiones de gases de efecto invernadero totales,

- y que habría que asignarles además parte de las emisiones de la agricultura (4%) o de la deforestación (5%)

Pero a eso hay que sumarle además las emisiones del transporte de los alimentos, de los sistemas de distribución, etc. La FAO estima que las emisiones de la ganadería son un 14% de las emisiones de gases de efecto invernadero totales. En este otro estudio dicen que es algo más, el 18%. Todos los estudios coinciden en que, de todas estas emisiones, más de la mitad se deben al ganado vacuno, (tanto de leche como de carne).

Ahora bien, esto no significa que, si todos pasamos a dietas veganas, estas emisiones desaparezcan completamente:

- Si abandonamos la ganadería (extensiva), podría pensarse que otros animales podrían ocupar ese espacio (y seguir emitiendo), y también consumiendo materia vegetal. 

- Si dejamos la carne, la tendremos que sustituir por otra fuente de proteína, que evidentemente también producirá emisiones. En el estudio que citaba antes nos cuentan que, aunque menores, las emisiones de los alimentos vegetales también son significativas, un 12% del total. Por ejemplo, el arroz es el responsable de un 5% de las emisiones totales...

En este otro trabajo estiman la reducción posible de las emisiones por el cambio a dietas más saludables. Es interesante observar que sustituir la carne con lácteos (la dieta ovolacto) no supone apenas mejoras (algo no sorprendente visto que la ganadería para leche también es muy intensiva en emisiones. Las dietas veganas permiten reducir a la mitad las emisiones. Y las dietas como la mediterránea permiten reducir un 25%, que no está mal.

Por lo tanto, y para poder poner todo en contexto: si todos nos hiciéramos veganos, se supone que podríamos reducir en un 9-10% las emisiones de gases de efecto invernadero. Si entre electrificación y movilidad activa consiguiéramos sacar los coches de combustión de las ciudades, lograríamos una reducción similar. 

ADD: Otro gráfico muy bueno para ver cómo reducir emisiones cambiando la dieta: y no, el componente local no es tan importante en esto.

ADD: Un nuevo análisis de distintas dietas y de la reducción de emisiones que podrían lograr.