viernes, 29 de octubre de 2021

Radical Help, de Cottam

 Me recomendó este libro Carlos Mataix, y la verdad es que está muy bien. El único problema es que lo leí hace tiempo, y se me han traspapelado las notas...con lo que la reseña va a ser muy escueta.

Es una lectura amena, y se aprende mucho, no sólo de los problemas en sí mismos que plantea, sino sobre todo quizá, de la actitud que hace falta para encararlos y tratar de resolverlos. Una actitud basada, precisamente, en no tener objetivos grandilocuentes, sino en ir poquito a poquito, y en no querer resolver los problemas (esa actitud tan masculina) sino en querer entenderlos. Ese creo que es el mensaje principal, más allá de cómo arreglan problemas que a veces son bastante específicos. Por ejemplo, y afortunadamente, creo que algunas de las situaciones a las que se enfrentan en el Reino Unido no las tenemos igual de graves en España, quizá por la mayor fuerza de nuestras relaciones familiares. Pero tenemos otros para los que este enfoque comunitario sería muy, muy interesante.

Aunque precisamente ese es el único pero que le pongo a lo que plantea Cottam: ¿cómo de escalable es esto? Esa al fin y al cabo es la pregunta fundamental de los enfoques locales, bottom-up...¿Realmente podemos transformar nuestro sistema de bienestar con estos enfoques micro? Ojalá, pero no lo tengo tan claro...algo que nos llevaría a pensar cómo incorporar al menos alguno de los elementos que propone Cottam en intervenciones a mayor escala.

jueves, 28 de octubre de 2021

Más problemas de las empresas públicas eléctricas

 El otro día decía yo que no creía que una empresa pública pudiera solucionar mucho en cuanto a los precios de la luz. En este artículo, basado en la experiencia colombiana, nos recuerdan que incluso puede crear más problemas, si esta empresa pública se dedica a poner los precios por debajo del coste.

miércoles, 27 de octubre de 2021

Alemania suprime los cargos en la factura eléctrica

 Una de las opciones que tenemos para abaratar la tarifa eléctrica (no artificialmente) es trasladar los cargos a los Presupuestos Generales del Estado, algo a lo que ayuda el exceso de recaudación fiscal por los altos precios de la energía y del CO2. Los alemanes han dicho que van a hacerlo desde ya.

martes, 26 de octubre de 2021

La ley de transición energética de Illinois

 Muy interesante, porque hace mucho énfasis en los elementos de transición justa: formación de trabajadores, apoyo a las comunidades más pobres...incluso lo ligan a la reinserción de presos. Ahora bien, creo que hay un elemento que no se comenta tanto, y es el desarrollo industrial o la innovación. Y en cambio, uno muy importante se comenta de una forma sorprendentemente ligera: Michaud dice que el coste de todo esto es muy asumible, porque estará sobre los 10 dólares al mes por consumidor (es cierto que también habla de medidas de apoyo a los vulnerables). Pero 10 dólares al mes no parece una tontería,  a la vista de la que se ha montado en otros países con la crisis del gas...¿Seguro que no generará rechazo? Puede ser que el elevado apoyo político ayude a asumir esto mejor, en lugar de utilizarse como arma arrojadiza. En ese sentido, no está mal que se reconozca un coste en lugar de hablar sólo de la parte positiva.

lunes, 25 de octubre de 2021

Wildlife Photographer of the Year 2021 y más

 Un año más, aquí están estas estupendas fotos de naturaleza, para empezar la semana con buen pie. Y de propina, las también estupendas del concurso de Nature Conservancy (curiosamente, con algunas fotos premiadas en los dos).

viernes, 22 de octubre de 2021

Opciones domésticas para reducir emisiones

Caselli, Ludwig y Van der Ploeg han publicado un libro, llamado "No brainers and low-hanging fruit in national climate policy", en el que buscan las mejores opciones en cada uno de los países analizados. Las respuestas no parecen sorprendentes, pero sí parece un buen catálogo para manejar por los políticos.

viernes, 15 de octubre de 2021

The value of everything, de Mazzucato

Decía ya en 2019 que  tenía ganas de leer este libro. Porque tanto el título como el objetivo (tomado de las conclusiones) parecían valer mucho la pena:

I have tried to open the new dialogue by showing that the creation of value is collective, that policy can be more active around co-shaping and co-creating markets, and that the real progress requires a dynamic division of labour focusing on the problems that XXI century societies are facing.

Pero al final, entre los líos del curso anterior, y lo que me cabreaba cada vez que lo abría (tomando notas de todo lo que me parecía criticable), he tardado mucho más de lo previsto. De hecho, he tardado aún más en preparar esta reseña desde que terminé el libro en 2020...

Y es que, lo siento, pero el libro no me ha gustado nada: me ha parecido tendencioso, manipulador, y ventajista. Incluso mentiroso a veces, y también incoherente (diciendo una cosa en un sitio y otra distinta después). Por lo tanto, no lo recomiendo en absoluto. Ni siquiera como Juanfran Jimeno, que, aunque tampoco recomienda el libro, sí piensa que algunos capítulos pueden venir bien como lecturas complementarias para estudiantes de economía. Russ Roberts tampoco es ningún fan (aunque eso sorprende menos), pero la entrevista con la autora vale la pena. Cuando lo terminé, tuve curiosidad por ver qué pensaba Diane Coyle, y ella es más políticamente correcta, aunque la falta de entusiasmo es evidente.

Yo creo que ni siquiera los capítulos iniciales son recomendables, porque presentan una visión tendenciosa del desarrollo de la teoría económica del valor, cuando no errores flagrantes, que podrían ser asimilados como verdades evidentes por nuestros estudiantes con menos criterio. Porque lo que sí que es cierto es que Mazzucato es inteligente y domina la narrativa, lo que hace el libro aún más peligroso por su potencial de manipulación. Un ejemplo:aunque en el capítulo final dice que "I began the book stating that the goal was not to argue that one value theory is better than another", lo cierto es que cada vez que menciona la teoría de la utilidad marginal, lo hace para desacreditarla. Aunque no presenta ninguna alternativa, más allá de buenas intenciones.

Otro de los temas que más me enfadan es su tratamiento tan simplón de lo que considera creación y extracción de valor, en particular respecto a la intermediación financiera. Su definición inicial es sensata, pero es tan amplia que es difícil aterrizarla:

p6. By value creation I mean the ways in which different types of resources (human, physical and intangible) are established and interact to produce new goods and services. By value extraction I mean activities focused on moving around existing resources and outputs, and gaining disproportionatelly from the ensuing trade.
Porque, sí, estamos de acuerdo en que algunas actividades financieras no parecen crear mucho valor. Pero esto no es tan fácil de identificar. Por ejemplo, la especulación en los mercados, tan denostada, y que como decía Keynes puede a veces considerarse nada distinto de las apuestas, introduce liquidez y reduce la volatilidad, si se hace con criterio. ¿Es esto malo o bueno? O, ¿es que no produce valor mover los recursos?¿Es que la localización no tiene valor? Sí, ya sé que el intermediario es una figura demonizada...pero, si lo quitamos, ¿quién trae los alimentos a las ciudades? ¿El productor? Estupendo. Pero tendrá que recibir una remuneración por ello, ¿no? Que, si hay verdadera competencia, será la que recibiría el intermediario. Entonces, ¿hacemos depender el valor de quién recibe la remuneración?

Creo que la clave es lo de "desproporcionado". Lo que pasa es que, en la mayoría de los casos, la desproporción no viene de la competencia, sino de los fallos del mercado y capturas del regulador. Este es otro de mis problemas fundamentales con el libro: asimila "el mercado" con los mercados oligopolistas o sectores capturados que tenemos en muchas economías. Y claro, eso es profundamente injusto, porque los problemas que encuentra no son por el mercado, sino por sus fallos. Es decir, no por exceso de mercado, sino por falta de competencia tolerada o a veces incluso amparada por el estado.

Así que al final seguimos sin saber cómo se asigna el valor. Mazzucato dice que las preferencias de los consumidores no valen, por subjetivas. Pero entonces, ¿por qué las sustituimos? ¿Por las de los votantes, igualmente subjetivas?¿Por un comité de expertos?

Podría seguir copiando mis notas, pero la verdad, no me parece apropiado destruir tanto valor en forma de tiempo de los lectores. Y además, no quiero ser totalmente negativo: el libro presenta algunas ideas de interés. Y, por supuesto, hace pensar. Lo que pasa es que las ideas originales no se desarrollan, ya que la mayor extensión del libro se dedica a presentar evidencias parciales y sesgadas para defender las verdaderas obsesiones de Mazzucato, ya introducidas en su libro anterior: sector financiero, big pharma, innovación pública. Que tampoco es que sean erróneas del todo: es cierto que el sector financiero se aprovecha de muchas cosas para lograr beneficios seguramente indebidos; que la big pharma usa su poder de mercado para aprovecharse también; que el estado ha contribuido a la innovación y la creación de valor mucho más de lo que se reconoce. Pero esto no es necesariamente culpa ni de la utilidad marginal, ni de los mercados competitivos, sino más bien del capitalismo de amiguetes (y la creación y captura de rentas), de la corrupción o ignorancia de los políticos, o de las limitaciones del estado. A este respecto, es una paradoja interesante lo de que tengamos que dar más papel al estado (algo en lo que puedo estar de acuerdo en parte, sobre todo si es un papel más innovador, como ella defendía en su primer libro), cuando este, como bien dice en el libro varias veces, es responsable del diseño de los mercados, y por tanto, de su mal funcionamiento.

En fin, resumiendo. El diagnóstico puede ser correcto en ocasiones, pero la evidencia presentada, y las conclusiones, no aportan casi nada. Mucho más interesante leer por ejemplo a Tabarrok sobre los problemas de las patentes para la innovación; o a Tirole, que sí plantea cosas interesantes para el bien común. O el informe Stiglitz-Sen-Fitoussi sobre la reforma del PIB. O a Frank sobre el papel de la suerte (y por tanto la renta no "ganada"). En fin, múltiples textos más rigurosos, inteligentes y recomendables.

Aunque esto nos lleva a otra paradoja: dedicar un libro a discutir sobre las actividades que crean valor y las que no, y no concluir con ninguna teoría o propuesta válida, resulta en un libro que tampoco crea demasiado valor (o incluso lo destruye, como es mi caso). ¿Qué deberíamos hacer pues con los (abundantes, seguro) ingresos que habrá recibido la autora? ¿Confiscárselos? Sería una pregunta interesante para ella...


NOTA: En una coincidencia curiosa (que no necesariamente afortunada) el libro que leí en paralelo, y que espero reseñar pronto, está en las antípodas de este, pero también consiguió enfadarme tremendamente por motivos similares (creer que el lector es idiota): Atlas Shrugged, de Ayn Rand.

jueves, 14 de octubre de 2021

Buenas prácticas para el ajuste en frontera

 Un buen tutorial de Aaron Cosbey (uno de los que más han trabajado en este tema, y muy sensato además). 

 Interesante complementarlo con este paper en el que concluyen que el efecto del ajuste en frontera, o el de un impuesto al carbono, no es evidente:

Our findings suggest that carbon taxes should be designed with discretion, because their effects could be different from the conventional wisdom. In particular, carbon taxes are not very effective in reducing carbon emissions under certain situations. Moreover, BTAs should be applied cautiously. Even if BTAs eliminate cross-border carbon leakage and cost disadvantages of domestic firms, global emissions could increase. Thus, BTAs may become a disguised form of protection. The practicality of BTAs and their compatibility with the WTO rules should be deliberated carefully.

Gracias a Federico Steinberg por la pista.

miércoles, 13 de octubre de 2021

Demanda futura de hidrógeno: una estimación no tan optimista

 Buen análisis de Michael Barnard, en tres partes. Lo bueno además es que sitúa su análisis en relación con otros que no conocía, como el de Liebreich. Como cualquier estudio de prospectiva, no podemos saber si tendrá razón hasta dentro de unos años, pero yo por ejemplo tengo otra opinión respecto a algunos sectores:

- Fertilizantes: por supuesto que crean muchos problemas, y que hay mejores alternativas. Pero llevamos ya décadas tratando de reducir su uso sin éxito, así que no soy muy optimista respecto a que lo consigamos esta vez. Consecuencia: seguramente la demanda de hidrógeno no baje tanto en este sector.

- Acero: al menos por lo que sé, el acero primario (el que necesita hidrógeno) sigue siendo necesario tanto como el secundario (el que sólo necesita electricidad). Por tanto quizá su demanda no baje tanto. A ello se suma que la construcción de infraestructuras metálicas no tiene por qué reducirse tanto por mucho que la industria fósil desaparezca. Yo seguramente sería más optimista respecto al hidrógeno en este sector.

- En transporte marítimo y aéreo Barnard apuesta por los biocombustibles en lugar del hidrógeno.  Y en camiones por las baterías. Yo no lo tengo tan claro. Lo de los camiones quizá. Pero lo de los bios me parece más complejo en tanto no haya bios de 3º generación que no necesiten terreno. Para marítimo creo que el amoníaco parece mejor opción. El aéreo es más complicado. En todo caso, recordemos que si se desarrolla la captura directa de CO2 se abre la vía para fabricar combustibles sintéticos libres de emisiones, y eso solucionaría todos los problemas (con el consecuente aumento de demanda de hidrógeno que es la base de estos combustibles).

- El almacenamiento eléctrico de largo plazo Barnard lo descarta en favor de las interconexiones en continua. Debe ser que Barnard es ingeniero o tiene una fe ciega en la tecnología...pero desde que Buckminster Fuller lo propuso, la cosa no ha avanzado mucho, y yo no apostaría tanto como él por esta opción.

- ¿Y la calefacción? Pues ahí creo que Barnard tiene razón, que la bomba de calor puede ser superior en casi todos los casos...pero que trate de convencer a los ingleses, por ejemplo...

En todo caso, lo que sí está claro es que la demanda futura de hidrógeno depende de muchos elementos y no es ni mucho menos tan cierta como a veces pensamos. De nuevo, con sus importantes implicaciones para todos esos electrolizadores que se quieren construir con fondos europeos...

lunes, 11 de octubre de 2021

La ambición climática no mejora

 Eso es lo que nos dicen los de Climate Action Tracker. Y ante esto, creo que hay tres vías de acción, no exclusivas:

- Una, tratar de lograr que los gobiernos se comprometan realmente con objetivos de reducción factibles y suficientes, y que además comiencen a desplegar ya las políticas necesarias (véase el caso de UK, con objetivos compatibles pero sin políticas). Por supuesto, si esto fuera sencillo, no estaríamos donde estamos.

- Dos, ir asumiendo que esto va a ser complicado, e irnos preparando para más adaptación de la que sería conveniente.

- Tres, ir gestionando expectativas para evitar frustraciones. Porque si seguimos empeñándonos en contar a la gente todo lo que estamos haciendo, y lo bonito que va a ser, pero luego no logramos nada...La primera posible frustración viene en la COP de Glasgow.

viernes, 8 de octubre de 2021

Braiding Sweetgrass, de Robin Wall Kimmerer

Un libro maravilloso, del que creo que lo que se obtiene es fundamentalmente paz, respeto por la naturaleza, y ganas de salir de la vida apresurada y de reintegrarse a la vida anclada en la tierra.

Wall Kimmerer hila historias de la biología de las plantas, de la sabiduría indígena, de sus mitos de la creación, o de la economía occidental con el cariño de una madre. La gratuidad con la que la naturaleza nos entrega sus dones, y con la que por tanto debemos distribuirlos, y el agradecimiento por esto, son los hilos conductores de todas estas historias.

Nos recuerda que la gratuidad crea lazos de amistad, mucho más potentes que las transacciones comerciales. Y que esos regalos deben volverse a regalar, para que aumente su valor.

p26. A gift creates ongoing relationship. As the scholar and writer Lewis Hyde notes "It is the cardinal difference between gift and commodity exchange that a gift establishes a feeling-bond between two people".

p27. That is the fundamental nature of gifts: they move, and their value increases with their passage. ..The more something is shared, the greater its value becomes. This is hard to grasp for societies steeped in notions of private property, where others are, by definition, excluded from sharing.

p28. But in the gift economy, gifts are not free. The essence of the gift is that it creates a set of relationships. The currency of a gift economy, is, at its root, reciprocity. In Western thinking, private land is understood to be a "bundle of rights", whereas in a gift economy property has a "bundle of responsibilities" attached.
O que la generosidad no sólo es una virtud moral, sino también material:

p381. Generosity is simultaneously a moral and a material imperative, especially among people who live close to the land and know its waves of plenty and scarcity. Where the well-being of one is linked to the well-being of all. Wealth among traditional people is measured by having enough to give away. Hoarding the gift, we become constipated with wealth, bloated with possessions, too heavy to join the dance.
E insiste en la necesidad de ser agradecidos. Como hacían los Haudenosaunee, de los que trae la Oración de Acción de Gracias, fantástica, y que además les servía para negociar:

The Haudenosaunee have been recognized for centuries as masters of negotiation, for the political prowess by which they've survived against all odds. The Thanksgiving Address serves the people in myriad ways, including diplomacy. Most everyone knows the tension that squeezes your jaw before a difficult conversation or a meeting that is bound to be contentious. You straighten your pile of papers more than once while the arguments you have prepared stand at attention like soldiers in your throat, ready to be deployed. But then The Words That Come Before All Else begin to flow, and you start to answer. Yes, of course we can agree that we are grateful for Mother Earth. Yes, the same sun shines on each and every one of us. Yes, we are united in our respect for the trees. By the time we greet Grandmother Moon, the harsh faces have softened a bit in the gentle light of remembrance. Piece by piece, the cadence begins to eddy around the boulder of disagreement and erode the edges of the barriers between us. Yes, we can all agree that the waters are still here. Yes, we can unite our minds in gratitude for the winds. Not surprisingly, Haudenosaunee decision-making proceeds from consensus, not by a vote of the majority. A decision is made only "when our minds are one". Those words are a brilliant political preamble to negotiation, strong medicine for soothing partisan fervor. Imagine if our government meetings began with the Thanksgiving Address. What if our leaders first found common ground before fighting over their differences?
Y que a nosotros nos debería servir para educar a nuestros hijos:

The Thanksgiving Address describes our mutual allegiance as human delegates to the democracy of species. If what we want for our people is patriotism, then let us inspire true love of country by invoking the land herself. If we want to raise good leaders, let us remind our children of the eagle and the maple. If we want to grow good citizens, then let us teach reciprocity. If what we aspire to is justice for all, then let it be justice for all of Creation.
Además, creo que el principal mérito del libro es convencernos de las virtudes de esa vida compartida y respetuosa con la naturaleza a través del amor y el respeto, no de los sermones. Así, aunque no todo lo que dice me parece totalmente correcto, es imposible enfadarse.

Por ejemplo, creo que pinta de un color excesivamente rosa esa vida indígena, sin hablar de las adversidades o la menor esperanza de vida. Y tiene demasiada desconfianza en el mercado:
p376. The shortage [scarcity] is due not to how much material wealth there actually is, but to the way it is exchanged and circulated. The market system artificially creates scarcity by blocking the flow between the source and the consumer. Grain may rot in the warehouse while hungry people starve because they cannot pay for it. The result is famine for some and diseases of excess for others.
Como bien indica Sen, no hay habido hambrunas en democracias de mercado, sí en dictaduras planificadas. En todo caso, su alternativa es la economía del bien común, la de Ostrom...que me parecen admirable, pero difícil de imaginar en un mundo superpoblado y urbano. Incluso podríamos pensar que esa economía más amable quizá no hubiera podido dar lugar a una sociedad del bienestar como tenemos ahora...aunque eso ya es pura elucubración.

Eso sí, creo que es un libro que se disfruta especialmente si se lee cerca de la naturaleza. Mirando al mar, como lo leí yo, o viendo un prado o un bosque. Leerlo en una ciudad puede producir una urgencia de escaparse a lo mejor difícil de encajar.

 

jueves, 7 de octubre de 2021

Contra la crisis de precios: eficiencia energética

 Georg Zachmann y Simone Tagliapietra defienden que la única forma de luchar contra la crisis energética de este invierno, que advierten puede ser muy dura (con problemas de suministro incluidos), es empezar desde ya a promover la eficiencia energética en los hogares, y la gestión de la demanda en la industria.

Es cierto que el ahorro siempre es una buena forma de responder a los precios altos, es de hecho la única respuesta por parte de los consumidores. Y que quizá esta crisis, igual que las sequías en el caso del agua, pueda darle un buen empujón al cambio de hábitos necesario. Habrá que ver si somos capaces de responder así de rápido. 

Pero, sobre todo, hay que recordar que esto no es una alternativa a la protección a los consumidores vulnerables, que muchas veces no pueden ahorrar porque ya están consumiendo lo mínimo. Por lo tanto, habrá que combinar ambas medidas.

miércoles, 6 de octubre de 2021

Doing the reading

 Siempre recordaré a mi admirado Marty Weitzman, cuando nos contaba en su clase que la mayor revolución que él había vivido era el paso de la máquina de escribir al ordenador. Antes (de la gran aceleración), escribir artículos era un proceso muy lento, porque entre otras cosas había que escribirlo a máquina, preparar las figuras y tablas a mano, etc. Cuando ya cualquiera podía escribir y preparar el artículo en su ordenador, el número de artículos comenzó a explotar, y la consecuencia, según Weitzman, era que ya no había forma de estar al tanto de la literatura. 

Yo me acuerdo de él siempre cuando guardo para leer papers con buena pinta...papers que nunca consigo leer porque la cola crece y crece. Seth Godin nos recuerda que, a pesar de eso, hay que controlar la literatura, es algo de lo que no podemos prescindir.

martes, 5 de octubre de 2021

Aprendiendo economía con podcasts: dos buenos ejemplos

Sendil Mullainathan y Steven Levitt conversan como amigos que son acerca de muchas cosas interesantes, en particular sobre cómo decidir con una moneda, o cómo romper el status quo (ante la duda, cambia), o sobre cómo enseñar la falacia del coste hundido con una subasta entre los alumnos. Muy recomendable.

Y Russ Roberts habla con Michael Heller y James Salzman sobre los fundamentos de la propiedad, que no son tan evidentes como creemos.

lunes, 4 de octubre de 2021

¿Hay que incluir los e-fuels en los estándares europeos de emisiones de vehículos?

Pues el caso es que es una pregunta muy interesante...Transport & Environment piensa que no, aunque realmente a mí sólo me convence la primera razón, que es evidente: si no sabemos qué combustible va a poner el conductor en el depósito, ¿qué sentido tiene suponer que va a usar el "limpio"? Realmente, esta reflexión también puede aplicarse a las etiquetas ambientales de los PHEVs, como ya he criticado alguna vez.

El problema es que entonces estamos penalizando innecesariamente a un vehículo potencialmente limpio (si suponemos que es factible y viable producir e-fuels libres de CO2) frente a los vehículos eléctricos. Sí, puede haber otras razones por las que prefiramos los eléctricos a los de combustión, como cuenta T&E, pero lo que no tiene sentido es mezclarlas con una regulación sobre emisiones de CO2. La respuesta a este problema no es ni mucho menos sencilla, salvo que estemos dispuestos a cargarnos estos estándares y a sustituirlos por una regulación aguas abajo, en la que se pague por el uso del vehículo y sus emisiones reales, y no por sus características. A este respecto, hay que recordar que esta regulación estaba pensada para cuando los coches sólo usaban combustibles fósiles, y cuando había información imperfecta (no sabemos cómo conduce cada cual). En este contexto, los instrumentos con dos partes (estándares más impuestos) son más eficientes, como demostró Gunnar Eskeland en su momento. Pero no tengo claro que esto se mantenga con el cambio tecnológico.