El carbón vuelve a empeorar los
indicadores de sostenibilidad del sector energético español
- El consumo de energía primaria y final en España vuelve a aumentar en 2017 por encima del PIB.
- Disminuye la intensidad energética primaria, aunque seguimos por encima de la media UE-15.
- La factura energética española volvió a aumentar, por el aumento de demanda, y el ascenso de los precios finales de la energía.
- Las emisiones de CO2 y otros contaminantes aumentaron por el mayor uso del carbón, a su vez resultado en parte del mal año hidráulico.
- La demanda de transporte de pasajeros se redujo, pero aumentó mucho el transporte de mercancías. Este sector sigue siendo el principal sector en términos de consumo de energía y de emisiones de CO2.
Madrid, 11 de abril de 2018 – La Cátedra BP, resultado del acuerdo entre la Universidad Pontificia
Comillas ICAI-ICADE y BP España, ha presentado esta mañana las conclusiones del
Informe 2018[1]
del Observatorio de Energía y Sostenibilidad.
El Informe 2018 del Observatorio de Energía y
Sostenibilidad en España señala que en 2017 el sector energético español
consumió 6,3 exajulios (EJ) de energía primaria y emitió, una vez descontadas
las exportaciones, 300 millones de toneladas (Mt) de CO2, generando
un valor añadido (sin descontar los costes externos) de 48.380 millones de
euros (correspondiente aproximadamente a un 3,7% del PIB).
La Cátedra BP concluye que el año 2017 el sistema
energético español ha empeorado en todos los indicadores de sostenibilidad
energética. Sigue aumentando la demanda de energía (un 3,2% en energía primaria
y un 1,4% en energía final), la intensidad energética se reduce, pero seguimos
por encima de la media de nuestro entorno, y aumentan la factura energética y
las emisiones de CO2.
De nuevo, además, esta evolución viene
condicionada por elementos no gestionables, como el ciclo hidrológico o los
precios internacionales de los combustibles. Igual que el año pasado la mejora
se debía a la meteorología, este año demuestra que no podemos confiar en ella
para solucionar nuestros problemas. En un escenario de largo plazo, parece poco
razonable fiar la sostenibilidad del sector energético de las precipitaciones,
más aún en el caso español, que se enfrenta a un importante riesgo de bajada de
las precipitaciones debido al cambio climático.
Así, en ausencia de lluvias, aumentó el uso del
carbón un 22%, del gas un 9%, y del petróleo y sus derivados un 3%. Todo esto
llevó a una reducción de la cuota de energías renovables, hasta un 10% de la
energía primaria, y del 33% de la producción eléctrica; y a un aumento de las
emisiones de CO2 (un 4%) y de la intensidad de carbono (un 3,2%) del sector
energético, en un contexto en el que debemos reducirlas para cumplir nuestros
compromisos con Europa y con el Acuerdo de París.
El sector del transporte, que sigue siendo el
principal emisor y consumidor de energía de la economía española, mostró
mejoras en el transporte privado por carretera, que se redujo un 3,7%, pero a
cambio siguió aumentando el transporte por avión (un 2,8%) y por tren (3,2%).
Además, el transporte de mercancías aumentó casi un 8%.
También es preocupante el aumento de la factura
energética, no sólo debida al aumento de la demanda. El repunte de los precios internacionales
de los combustibles en 2017 supuso un aumento del 53% de los gastos en energía
primaria con respecto a 2016, con las consecuencias negativas correspondientes
en la competitividad de la industria y la renta de los hogares. El único sector
que mantuvo su competitividad fue el refino, que de hecho aumentó su valor
añadido en un 6% gracias a las exportaciones. La única solución a este
respecto, más allá de mejoras en la fiscalidad que pueden ser únicamente
transferencias, es la promoción del ahorro energético, y la reducción de la
dependencia de los combustibles fósiles cuyos precios y volatilidad están
también fuera de nuestro control.
Hay que recordar además que este gasto energético
no incluye los costes externos debidos a la contaminación o la congestión.
Cuando se incorporan los costes externos de la contaminación, el valor añadido del
sector energético español se reduce más de un 47%. Estos costes externos, de
hecho, aumentaron un 6% con respecto al año anterior.
Retos del actual modelo energético español
Desde el punto de vista de la sostenibilidad, el
modelo energético español continúa presentando importantes desafíos respecto a
las emisiones de CO2, la eficiencia energética, la dependencia energética
exterior o al impacto medioambiental. El borrador de Plan Nacional de Energía y
Clima publicado en 2019 establece objetivos muy ambiciosos para enfrentarse a
estos desafíos, y es una iniciativa muy bienvenida, junto con el Anteproyecto
de Ley de Cambio Climático y Transición Energética, o la Estrategia de
Transición Justa o de Pobreza Energética.
Sin embargo, creemos que la ambición de los
objetivos debe combinarse con la minimización de los costes para el consumidor,
con una batería potente de medidas de ahorro y eficiencia energética que cambie
nuestra tendencia en este aspecto, y con el despliegue de una estrategia
ambiciosa de innovación energética, como elementos también fundamentales para
la sostenibilidad. También consideramos fundamental contar con un consenso lo
más amplio posible sobre los objetivos y medidas a plantear. A este respecto,
el Informe de la Comisión de Expertos, publicado en 2018, demostró que es
posible alcanzar un consenso amplio en muchos temas, y puede ser por tanto un
buen punto de partida.
Por ejemplo, desde la Cátedra BP de Energía y
Sostenibilidad consideramos que la futura Ley de Cambio Climático y Transición
Energética debería incluir algunos elementos muy relevantes y que no se han
considerado aún en su borrador: un precio para el CO2 estable y creciente, en
el marco de una reforma fiscal verde; un diseño apropiado de los mercados
energéticos; una estrategia de innovación energética en un contexto global; y
un comité de supervisión independiente que garantice la visión de largo plazo.
Esperamos que todos los partidos políticos, en la
nueva legislatura, sean capaces de superar el cortoplacismo y demagogia
electoral, y puedan alcanzar el necesario consenso en torno a estos elementos, formulando
una política de Estado asumida por todos en materia de energía y clima que
asegure la consecución de un modelo energético sostenible lo antes posible.
[1] El informe 2018 referente a
2017 se publica en abril de 2019, que es cuando se dispone de los datos oficiales
correspondientes a 2017.
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