El lunes pasado, organizado por la Fundación para la Innovación Bankinter, se presentó en la universidad el Global Innovation Index 2014. Unos cuantos mensajes muy interesantes, pero el fundamental fue el de la importancia del capital humano: los países con mejor capital humano son los que innovan más. España, en todas las gráficas que se mostraron, estaba en situación intermedia: ni líder, ni aspirante.
Esto tiene bastante relación con otro tema que salió en la jornada que sobre el paquete europeo energía-clima 2030 organizó la AEEE también la semana pasada, y en la que me tocó hablar sobre el impacto de este paquete en la competitividad empresarial. Igual que José Luis López Cardenete dijo que no podemos hacer política energética con política fiscal, yo dije que no podemos hacer política industrial con políticas energéticas o climáticas.
Dicho de otra forma: si las políticas energéticas o climáticas causan efectos perniciosos en algunos sectores industriales, y queremos protegerlos, la respuesta no es modificar estas políticas y crear excepciones, sino atacar el problema de la competitividad industrial directamente. Y una de las vías más poderosas, como bien dice Dorronsoro en su blog, o el Guru Huky, es la apuesta por la I+D, por la innovación, y no sólo en términos de gasto, sino también de cómo se gasta.
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