Parece que General Electric ha conseguido poner a punto una tecnología de enriquecimiento de uranio que puede bajar el coste a la mitad. E inmediatamente se ha montado el lío: unos la defienden a ultranza como la llave para reducir emisiones de CO2 y aumentar seguridad energética, y otros temen que esto facilite el construir bombas nucleares. En este caso, yo comparto más las preocupaciones de los segundos. Y no porque no me parezca importante lo primero, sino más bien porque esta tecnología hará poco por mejorarlo. El combustible nuclear ya es muy barato, así que aunque su coste se reduzca a la mitad no va a haber grandes diferencias en el coste de la electricidad, porque lo importante es el coste de inversión (algo que, por otra parte, no está nada claro). Es decir, que no creo que esta tecnología cambie significativamente la situación de la energía nuclear para bien. Si se pudiera utilizar para conseguir más fuentes de combustible para la nuclear, o para transmutar los residuos, o para algo así, pues quizá sí tuviera sentido. Pero ahora mismo creo que los inconvenientes compensan a las ventajas.
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