Este es un tema recurrente últimamente, sobre todo en relación con la energía y el medio ambiente, pero
aquí parece haber otro ejemplo mucho más flagrante en el campo de la salud pública. Está claro que muchas decisiones finales deben ser claramente políticas (y democráticas, aunque eso también tiene problemas...). Pero eso no significa que no haya que estar bien informado de las consecuencias.
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