Tiene razón en que lo mejor es, como propone Stoft, dedicar el importe recaudado en las subastas a devolver al consumidor un dinero independientemente de sus emisiones. Pero no sólo por lo que dice (los fallos de regulación, que también), sino por eficiencia económica: como bien dicen los manuales de política pública, la única manera de que un impuesto (que al fin y al cabo es lo que es un permiso de emisión) resulte eficiente es devolver su recaudación a tanto alzado, ya que así cada consumidor maximiza su bienestar. Cualquier otra opción puede disminuir la eficiencia.
Sin embargo, es cierto que a los gobiernos esto no les gusta mucho (véase por ejemplo el caso del cheque escolar), así que, en la práctica, hay que plantearse cuál es el mejor uso de los fondos. Y aquí parece razonable, más que dedicarlo a acciones de reducción de emisiones (lo que supone en la práctica subsidiarlas, que nunca es bueno, además del doble pago que comenta Julián), reducir el volumen de otros impuestos distorsionadores de la economía, como el del trabajo. Esto es lo que se llama la "reforma fiscal verde" que ha tenido evaluaciones tibias en los países europeos donde se ha aplicado, pero que en todo caso parece mejor que lo anterior.
No hay comentarios:
Publicar un comentario