Creo que Natalia lo explicaba bien en su intervención en este podcast: una de las formas de hacer los peajes urbanos menos regresivos (o las zonas de bajas emisiones, que al contrario de lo que mucha gente cree, pueden ser más regresivas aún) es usar la recaudación para financiar mejoras en el transporte público. Esto puede ser particularmente relevante en EEUU, donde el transporte público está infradesarrollado en comparación con Europa.
El único problema que tiene esto es que, como cualquier otra política que regula externalidades, su éxito se mide por lo rápido en que elimina la externalidad, y por tanto la recaudación (como explico siempre a mis alumnos, la mejor política ambienta es la que tiene una fecha de caducidad inherente). Y claro, si baja la recaudación, ¿cómo financiamos el transporte público? Así que no podemos basar una medida en la otra, sobre todo a medio y largo plazo. Hace falta buscar financiación estable para el transporte público que no dependa de si tenemos congestión o no, igual que no podemos financiar la sanidad con los impuestos del tabaco o del alcohol.
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