Me manda Xavier esta noticia en la que se da por hecho que la Comisión va a incluir el transporte y la edificación en el sistema europeo de comercio de emisiones. Y a mí, la verdad, ni me parece lo apropiado, ni me parece sencillo.
Lo de apropiado: por supuesto, sí creo que hay que introducir un precio al CO2 en el transporte y en los edificios. Y lo ideal sería que ese precio fuera el mismo que el marcado por el ETS, de forma que la reducción en cada sector fuera la correcta. Pero esto se puede hacer con impuestos ajustables, no hace falta un sistema de comercio de emisiones. Este segundo tiene la ventaja de que, al permitir que los agentes negocien, se alcance un determinado objetivo de emisión al menor coste.
Pero aquí llegamos a lo de la sencillez: ¿cómo van a negociar los usuarios del transporte y de los edificios? ¿Vamos a asignarles cuotas de emisión y establecer un mecanismo lo suficientemente sencillo como para intercambiar estas cuotas? Y, si no podemos aprovechar los beneficios del mercado de emisiones, ¿para qué lo queremos?¿O es que consideramos que es demasiado difícil aprobar un impuesto y preferimos un third-best en este caso como es el ETS?
Las soluciones que algunos plantean, como establecer un ETS paralelo para estos transporte y edificio, no creo que solucionen nada, y además complican la relación (necesaria para optimizar la señal) entre los sectores. Si pensamos que montar un mercado tiene sentido, aprovechemos el que hay. Si lo que buscamos es un precio, pongámoslo sin necesidad de mercado.
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