miércoles, 5 de diciembre de 2018

Buena literatura académica

Hoy, teniendo en cuenta que mañana es festivo en España (que no aquí), adelanto la entrada académica de la semana, pero me pongo un poco meta. En lugar de hablar de algún paper en concreto, hoy quería reflexionar un poco sobre el lenguaje científico. Y es que, quizá como consecuencia de haber leído estos días algo más de lo habitual de literatura académica (y también de la otra), estoy más sensible de lo habitual a la calidad de la literatura científica.

Y es que creo que la buena escritura, también la académica, debe ser capaz de conjurar imágenes en el lector, imágenes poderosas y de ilusión. Debe llevarle de la mano en el descubrimiento que debería suponer cualquier paper científico. Debe contar historias, o, como dirían los modernos, constituir buenas narrativas. Esto es lo que los humanos asimilamos bien, como nos han dicho ya gente como Harari o Kahneman. Si queremos de verdad que la ciencia llegue a la sociedad, tenemos que ser capaces de comunicarla bien. Si queremos ciencia transdisciplinar, tenemos que poder hablar con otras disciplinas científicas. La literatura científica no puede ser sólo jerga para frikis.

Y no me refiero a las matemáticas, que muchas veces, como dice Rodrik, ayuda a dar claridad y precisión. Me refiero a la historia que va por detrás. Al porqué y para qué. A la introducción, al nudo, y al desenlace. A convencer a los lectores desde la primera frase de que sigan leyendo.

Y seguramente lo primero que habría que cambiar es el uso, o más bien abuso de la voz pasiva en las publicaciones científicas. Una voz pasiva que incluso se fomenta (en mi opinión erróneamente, claro) desde las propias instituciones, como cuando decimos a los alumnos que los trabajos o tesinas fin de máster hay que escribirlas en voz pasiva...aunque parece que esto no ha sido siempre así. No es sólo que el uso de la pasiva alargue innecesariamente las frases, y canse también innecesariamente la lectura...es que además, para mí, tiene una implicación muy importante, y es que "separa" al autor del texto. Cuando usamos la pasiva, parece que una autoridad superior ha decidido por nosotros. Parece que la metodología o los resultados han caído del cielo, cuando son responsabilidad directa del autor. Por supuesto, hay veces que la voz pasiva tiene sentido. Pero creo que tenemos que reducir drásticamente su uso, la verdad.

De hecho, quizá en lugar de montar talleres de redacción científica, deberíamos montar talleres de redacción a secas, y que los expertos en literatura enseñaran a los físicos, a los ingenieros, etc., como se construye y escribe una historia. Para eso, y para otras cosas, sería muy conveniente contar con recursos centralizados y suficientes, algo muy recomendable para cualquier universidad que valore la investigación y su transferencia, como muestran Duke, Toronto, North Carolina, Harvard, MIT, etc., aunque algunas parece que se tengan que limitar a disciplinas concretas, como Cambridge, o nosotros en Comillas.



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