lunes, 17 de octubre de 2016

Más sobre encuestas de profesores

Un nuevo estudio dice que las encuestas de satisfacción con el profesorado no sirven en absoluto para explicar el aprendizaje de los alumnos, o dicho en otros términos, que los resultados de las encuestas y los resultados de aprendizaje no están en absoluto correlados. A mí, la verdad, me cuesta creerlo (aunque si lo dicen los números…). Me cuesta pensar que los alumnos sean tan poco inteligentes y tan llenos de prejuicios como para no ser capaces de valorar la contribución que un profesor ha podido hacer a que entiendan mejor una materia, o a que tengan más interés por ella. Otra cosa, por supuesto, es que las encuestas de satisfacción no pregunten por estas cosas, no dándoles oportunidad de manifestarlas. Y también reconozco que a veces las encuestas se convierten en voto-protesta (aunque eso ya quiere decir algo sobre la calidad del profesor). Finalmente, y por supuesto, estoy de acuerdo (ya lo he dicho antes) con lo que se dice en el artículo de que las encuestas no pueden ser el único elemento de valoración de la calidad del profesor: hacen falta valoraciones por otros profesores y otros indicadores. Pero no estoy de acuerdo en que no tengan ningún valor.


Otra cuestión, muy relacionada, es si más allá de su calidad, el profesor sirve para algo (en la línea de lo que dice Mitra, yo creo que sí, aunque sólo sea para ayudar y facilitar el aprendizaje, y espero que nadie piense que estoy capturado por intereses corporativos J), o si realmente la educación no es más que una señal (algo con muchos visos de ser así en el ámbito universitario, creo yo).

3 comentarios:

Fernando Leanme dijo...

Digamos que el resultado del aprendizaje se puede expresar cómo una función de las notas de los alumnos, f(da/dt) donde las notas son una función de la calidad del profesor, la inteligencia del alumno, y lo que habían aprendido anteriormente, f (p,i,da/dt->-1), y también que alumnos con mejores notas tienden a ser más generosos con el profesor, o sea que V=f(notas) que se puede escribir f(da/dt), f(p), f (i), f(da/dt->-1). Sustituyendo podemos ver que da/dt=cos£ + arctan €/$ y la satisfacción se encuentra en pasar un fin de semana en la playa sin pensar mucho.

Mario Castro dijo...

Buena fórmula, esa, sin duda...

Yo creo que el problema no son las encuestas sino lo que se pregunta en ellas. En general se centran en lo que el alumno PERCIBE del profesor (cómo es el profesor de claro, capaz y en general como docente a JUICIO del alumno). Esto tiene dos problemas. El primero es que la percepción es susceptible de factores que tienen que ver con los estereotipos de lo que el alumno asume que es un buen profesor (probablemente basado en modelos que haya tenido con anterioridad o en culturas locales sobre "el buen profesor"). El segundo problema es que las preguntas sobre percepción tienen en cuenta lo que el alumno considera que ha conseguido asimilar del mensaje del profesor, no del objetivo de aprendizaje (cómo se pega la jerga, madre mía) de la asignatura.

Hay un experimento famoso (Professor Smith) que consistía en contratar un actor profesional para dar una "brillante" clase llena de errores. Cuando la encuesta era del tipo convencional, salía bien parado. Cuando las preguntas eran del tipo (estoy parafraseando claro): "Después de esta clase serías capaz de resolver un problema de álgebra lineal de 3 variables o más", el profesor se caía con todo el equipo.

Es cierto, como dice Pedro, que el voto de castigo ya dice algo del profesor, pero creo que las preguntas deberían ir de la mano de los objetivos de aprendizaje y no de percepciones personales o culturales del alumno. Estoy especialmente más representativo cuando hay una manera más o menos "estándar" de lo que es el buen profesor y existen outliers a la forma canónica.

Por último, creo que las encuestas como herramienta de medida son buenas, pero tan buenas como lo pueden ser el tener una asignatura con un único examen final. Medir..mide, pero quizá no es la mejor manera (si no, que nos lo digan a los de nuestra generación...).

Y ya, por ponerme tiquismiquis. La correlación quizá no sea una buena manera metodológica de medir esto. Cuando hay distintos grupos, una única medida (el Pearson de turno) no dice mucho. La estadística es rica en métricas, pero siempre acabamos con el r y el p-valor... En fin...

Pedro Linares dijo...

Totalmente de acuerdo con lo que dice Mario. Y por añadir algo más: yo creo que también importa el momento en que se hace la encuesta. Como hablábamos hace tiempo Julián Barquín y yo, lo ideal sería hacer una encuesta también al final de la carrera, cuando ya el alumno puede poner en perspectiva las cosas y darse cuenta si determinado profesor contribuyó o no a su desarrollo. El hacerlo en el mismo curso no ayuda mucho a esto.