Aunque tenemos un mercado eléctrico muy, muy regulado (y más
después de cosas como las del otro día), de vez en cuando hay rayitos de luz,
como este de que los grandes consumidores están pensando comprar Garoña si
Nuclenor renuncia, tal como ha anunciado, a seguir con la operación de la
central.
Efectivamente, los mercados tienen algunas ventajas y la principal es
que revelan, mediante las señales de precio, el beneficio/utilidad que nos
aporta el consumo y la producción. Y lo hacen mucho mejor que con ese chalaneo habitual entre regulador y regulado al que estamos acostumbrados.
Una subasta de Garoña revelaría claramente
si es realmente interesante desde el punto de vista económico seguirla
operando y cuál es el coste real de esta central (incluyendo si es necesario, las inversiones requeridas por la inspección europea). Nuclenor ha dicho que no, pero puede ser que tenga otros parámetros
en su función de beneficios distintos de los grandes consumidores. Así que
ojalá que el Gobierno aproveche esta oportunidad para usar al mercado en
beneficio de todos, para evitar la sobre o infra-retribución de los activos de generación, que al final pagan todos los consumidores.
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