Muy interesante esta reflexión en Environmental Economics. Lo que pasa es que creo que tienen razón, pero por las razones incorrectas: yo creo que el problema no es que el principio de precaución sea más difícil de vender. Esto será cierto en EEUU, pero no en todos los países, y si no véase en España donde no hay obligación de hacer análisis coste-beneficio de la regulación, o en Europa, donde el principio de precaución está en los considerandos de todos las normativas.
Yo creo que el problema fundamental es que, incluso tratando de seguir el principio de precaución, los recursos son escasos, y los problemas (ambientales especialmente, pero no sólo) donde hay que acogerse a este principio pueden ser múltiples. Entonces, ¿cómo repartimos nuestros escasos recursos para solucionar estos problemas? ¿Cuál es la mejor manera de cumplir simultáneamente con todas estas restricciones? Al final, incluso respetando el principio de precaución, hay que usar el análisis coste-beneficio, por poco efectivamente que les guste a algunos. Si no, como dice mi maestro Carlos Romero, la alternativa es considerar un valor infinito, o peor aún, un valor nulo, para las mejoras que pretendemos.
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