Ian Ayres habla del poder de los compromisos voluntarios para luchar contra el CO2. Básicamente viene a decir que los compromisos voluntarios pueden ser poderosos para reducir el consumo energético o el CO2 por tres razones:
- para señalar a otros nuestro "ecologismo"
- para ayudar a nuestra fuerza de voluntad
- y para ganar dinero, como en el esquema de Chicago Climate Exchange
En el primero seguro que tiene razón, pero no creo que haya tanta gente interesada en señalar (como en tantos otros esquemas voluntarios como la electricidad verde, por ejemplo).
En el segundo, puede ser, pero supongo que sólo a nivel individual, y en pequeños porcentajes de población, igual que el primero.
Y en el tercer punto no estoy muy de acuerdo, porque no me creo mucho los esquemas como el de la Bolsa de Chicago. Me explico: si yo fuera una empresa, ¿me metería en un esquema como este si no pensara que voy a reducir lo suficiente? Y, si los únicos que entran en el esquema son los que van a reducir más de lo previsto, ¿cuál será el precio del permiso? Pues casi nulo, con lo cual el incentivo a participar por vender los permisos, o incluso el incentivo a reducir para no pagar demasiado no es muy grande...De hecho, si se entra en el CCX, se ve que el precio medio está sobre los 3$/tCO2...
Conclusión: lo del compromiso voluntario puede ser interesante para algunos, pero como instrumento serio para reducir emisiones significativamente, yo no lo veo.
1 comentario:
Check this one too:
http://www.law.yale.edu/news/3954.htm
Lola S
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