Un libro muy interesante, y que recomiendo leer, aunque con algunos problemas. La tesis de partida es muy atractiva (y en línea con otros argumentos de otros autores): ¿Y si la monetización/privatización/liberalización de las economías está afectando al tejido social, y creando efectos perversos para su regulación? En concreto, ¿y si los incentivos económicos destruyen las motivaciones cívicas, de forma que el resultado final es incluso peor que antes de ponerlos?
Uno de los problemas (menores) del libro es que, como ilustración de esta situación, usa el caso de la guardería de Haifa, que ha tenido algunos problemas de replicación. Podía haber elegido otro caso más robusto...porque realmente la intuición es válida: un contrato incompleto (un fallo de mercado), al completarse mediante un incentivo, puede llevar a otro tipo de resultados imprevistos. La clave, por tanto, es cómo se completa el contrato. Porque la otra opción, dejar el contrato incompleto y confiar en la buena voluntad de la gente, es más arriesgado. Sí, hay mucha gente buena y con cultura cívica en el mundo, pero también hay jetas que se quieren aprovechar. Y, dependiendo de la situación, esta segunda parte de la población puede crear problemas graves.
El otro problema es que resulta un poco repetitivo, la mayor parte del libro consiste en citar literatura (alguna bastante sospechosa) para plantear su argumento. Pero el mensaje final es más concreto y creo que vale la pena. Intento resumirlo:
Cuando hay contratos incompletos o fallos de mercado, hay una respuesta social: generar confianza y relaciones interpersonales que compensen esa incompletitud. Es lo que sucede en muchas comunidades pequeñas (las que investigó Ostrom, por ejemplo) y que evita por ejemplo la tragedia de los comunes.
Por otra parte, también hay una situación interesante en las comunidades pequeñas: cuando aparecen los incentivos, y la mercantilización, se rompen las relaciones de confianza, en parte porque permiten a los agentes vender su participación y desaparecer, en lugar de seguir comprometidos en una causa común (que es lo que sucede cuando no pueden salir, o ellos o sus descendientes, porque no hay título de propiedad que lo permita).
Pero, ¿qué pasa si la comunidad crece tanto que esas relaciones de confianza no se mantienen? Pues que hay que buscar soluciones más allá de esto. Ahí es donde aparecen los incentivos, el papel del estado como corrector de estas situaciones. En estas comunidades grandes, los incentivos pueden expulsar los motivos cívicos, o complementarlos y reforzarlos. La clave es cómo se formulan, y en qué contexto de sociedad se plantean. Ahí, interesantemente, Bowles plantea que las sociedades liberales pueden haber contribuido a crear esa confianza en la comunidad (que falta en otras sociedades menos liberales) y por tanto a crear las condiciones para que funcionen bien los incentivos.
En cuanto al cómo se plantean: Bowles recuerda que los incentivos no sólo trasladan señales económicas, sino también mensajes sobre lo que somos o queremos ser. Y eso hay que tenerlo en cuenta, y más aún en unas sociedades basadas más en intercambio de servicios y menos de productos (lo que hace más difícil completar los contratos). Para que los incentivos funcionen, tienen que estar alineados con los mensajes éticos a los que muchos responden realmente. Y además, hacen falta ciudadanos éticos, que obliguen a los no éticos a comportarse bien. Por tanto, los incentivos por sí mismos no son capaces de crear una buena sociedad (aunque también pueden ser necesarios para reforzar comportamientos, como cuando prueba que el altruismo no necesariamente lleva a un mejor resultado): La frase que viene a resumir esto:
Good policies and constitutions are those that support socially valued ends not only by harnessing self interest but also by evoking, cultivating, and empowering public-spirited motives.
Finalmente, otra idea interesante, que me recuerda a lo que sucede en la comercialización eléctrica, con sus contratos de máximo un año para incentivar el switching: la confianza puede hacer el mercado menos flexible (la confianza en una contraparte hace que no lo dejes aunque te ofrezcan mejores condiciones). Esto empeora la eficiencia del mercado, pero asegura el cumplimiento de los contratos incompletos. Y por tanto, si no vas a poder completar bien el contrato, quizá te valga la pena mantener esta inflexibilidad...
En resumen, un libro que hace pensar.
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