Los estadounidenses llevan tiempo presionando para lograr que la Unión Europea, dentro de su mecanismo de ajuste en frontera, reconozca los precios implícitos del CO2, esto es, los costes de reducción de CO2 derivados de regulaciones distintas de un precio explícito al CO2 que ellos no tienen (salvo en algunos estados como California). En este artículo, Dominioni y Esty defienden que el precio implícito es mejor, porque promueve la implantación de políticas más amplias, adicionales al precio al CO2 (y que también hacen falta). El argumento por supuesto es perfectamente válido...siempre que sean políticas adicionales. Porque si lo único que hacemos es reconocer medidas ya implantadas y no necesariamente efectivas (como un impuesto a los hidrocarburos)...
Many developing countries routinely have fuel taxes in place, cut fossil-fuel subsidies, and take other actions that translate into GHG prices – for which they should be given credit....entonces no vamos bien, porque lo único que hacemos es devaluar el mecanismo.
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