Desde la IEA ya nos avisaron el año pasado en el WEO, y ahora nos los recuerdan: Todas las posibles ganancias de los vehículos eléctricos e híbridos están siendo compensadas por el aumento de cuota de los SUVs. Claramente hay que hacer algo, pero la cosa no está fácil, para empezar, por los incentivos incorrectos:
- Muchos consumidores eligen un SUV porque les da seguridad. Y es cierto que un coche más pesado es más seguro, a igualdad de circunstancias, y en muchas ocasiones, que otro más ligero. Lo que pasa es que esto es una ilustración más del clásico dilema del prisionero: si todos los conductores eligieran vehículos ligeros, lograrían el mismo estándar de seguridad, y todos saldríamos ganando; pero si no hay coordinación, el incentivo es a comprarse el coche más pesado posible.
- Los fabricantes también tienen incentivos para fabricar más SUV (recuerdo hace ya años al CEO de Fiat diciendo que esta era su estrategia más clara): más margen de beneficio. Por eso, aunque ellos digan lo contrario, convencieron a los consumidores para que los compraran (no al revés). Y ahora, de hecho, es difícil comprar un coche que no sea SUV, en algunas categorías. Una anécdota, mi propio caso: busco un coche de 7 plazas que consuma lo menos posible, y termino eligiendo un SUV. Sí, es el coche de 7 plazas que menos gasta...pero gastaría menos si no fuera SUV.
¿Cómo luchar contra estos incentivos? Pues penalizando lo más posible, claro. En principio, lo eficiente es penalizar los consumos elevados, sean SUV o no. Pero recordemos que, a igualdad de circunstancias, siempre consumirá menos un vehículo más ligero que un SUV. Y además, que esto es más rentable para todos (salvo para los fabricantes). Por lo que la penalización debe ser lo suficientemente elevada como para lograr la mayor eficiencia de consumo posible. Así que seguramente haya que penalizar las dos cosas: el consumo elevado, y el peso del coche. Lo primero se hace ya por la vía del precio de los combustibles, pero claramente hay externalidades por internalizar todavía, además de los problemas de visibilidad. La regulación europea también desincentiva los consumos elevados, a través del límite a las emisiones de CO2. Pero como digo, ninguna lleva seguramente todo lo lejos que deberíamos ir. Por eso creo que sería muy interesante un impuesto de matriculación elevado, que desincentive ambos aspectos.
Si este impuesto se deja bajo para los coches ligeros, poco contaminantes, no tendríamos problemas de equidad. Porque, como dicen en el artículo, los ricos podrán seguir comprando SUVs (aunque a lo mejor se lo piensan más), pero esa recaudación puede ser utilizada para avanzar en la electrificación, por ejemplo.
Un tema que cada vez va siendo más urgente.
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