Siempre he dicho que las reglas de "disclosure" financiero, es decir, la explicitación de los riesgos climáticos por parte de las compañías, es una herramienta muy poderosa para dirigir las inversiones en la direccion adecuada, la de la descarbonización. Pero The Economist nos recuerda los límites de esta herramienta: si la empresa no cotiza en bolsa es más difícil que le lleguen estas señales. Aunque creo que The Economist se pone demasiado exigente: aunque la empresa sea pública, tendrá que acudir a los mercados de financiación, y en ellos también la deuda será más cara si los riesgos climáticos son mayores, porque las instituciones financieras tendrán que recogerlo en sus balances.
En todo caso, la gráfica es interesante, porque nos recuerda que no siempre son las "grandes empresas privadas" las responsables de las emisiones....
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