Desde hace ya mucho tiempo varios de nosotros, liderados académicamente por Laura Díaz Anadón, insistimos en la necesidad de cambiar drásticamente las estructuras de investigación si de verdad queremos promover innovación disruptiva en el ámbito energético y dejar de tirar mucho dinero a la basura. En Reino Unido van por delante de nosotros (con estructuras como NESTA o Catapult), pero aún así también reconocen la necesidad de contar con estructuras que gestionen mejor el riesgo, como la ARPA estadounidense, y acaban de publicar un documento sobre cómo trasladarlo a RU. Tim Harford apoya de forma entusiasta la idea.
No vendría nada mal que también se leyera aquí en España, si de verdad queremos que todas esas rentas que va a generar el PNIEC y la transición energética en general se queden realmente aquí. Y, aunque hay iniciativas como esta que me contaron el otro día, muy loables, no son suficientes (una prueba es que esto se creó en 2012 y no nos habíamos enterado). ARPA no es una sociedad de capital riesgo, que son generalmente más conservadoras de lo que necesitamos para lograr transformaciones radicales en materia energética y climática. Y por tanto, lo seguimos necesitando.
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