viernes, 29 de marzo de 2019

The Master and his Emissary, de Iain McGilchrist

Al fin! Tardé casi dos meses en leerlo (luego explico por qué), pero al fin terminé The master and his emissary: The divided brain and the making of the Western world, de Iain McGilchrist.

Este es un libro de hace ya unos años, pero que había visto recomendado, y por el que tenía bastante curiosidad. Y tengo que decir que el libro me ha gustado bastante…aunque fundamentalmente la primera parte. Eso sí, el libro es duro de leer, precisamente esta primera parte. Muy prolijo en sus descripciones, muy denso, lleno de referencias a todos los campos de la ciencia y del arte (porque el autor parece ser un erudito tremendo)…si además uno se lo intenta leer por la noche como yo, quizá le pase como a mí: que no era capaz de avanzar más de 4-5 páginas al día. Y como el libro tiene 530…En todo caso, creo que vale la pena.

Como decía, el libro tiene dos partes muy distintas: en la primera, McGilchrist resume el estado de la ciencia (con alguna aportación suya) sobre las distintas funciones que realizan los dos hemisferios cerebrales, y su comunicación. El resumen, que me ha parecido tremendamente interesante:
El Maestro es el hemisferio derecho. El izquierdo analiza la información que le pasa el primero, y se la devuelve. Es decir, no es que entre los dos busquen una síntesis, sino que dialogan, y construyen una interpretación compleja. Curiosamente, algo que recuerda mucho a las ideas de Edgar Morin...

Esta división de tareas es buena, y de hecho es lo que explica que los humanos y los animales tengamos dos hemisferios separados, porque permite realizar tareas que requieran dos tipos de atención. Según el autor, estas dos formas de interpretar el mundo son vitales, pero son incompatibles. Por esto requieren un tratamiento separado, y dos hemisferios separados. La armonía, en su opinión, requiere que primero haya diferenciación.
My thesis is that the separation of the hemispheres brought with it both advantages and disadvantages. It made possible a standing outside of the ‘natural’ frame of reference, the common-sense everyday way in which we see the world. In doing so it enabled us to build on that ‘necessary distance’ from the world and from ourselves, achieved originally by the frontal lobes, and gave us insight into things that otherwise we could not have seen, even making it possible for us to form deeper empathic connections with one another and with the world at large. The best example of this is the fascinating rise of drama in the Greek world, in which the thoughts and feelings of our selves and of others are apparently objectified, and yet returned to us as our own. A special sort of seeing arises, in which both distance and empathy are crucial. But the separation also sowed the seeds of left-hemisphere isolationism, allowing the left hemisphere to work unchecked. At this stage in cultural history, the two hemispheres were still working largely together, and so the benefits outweighed by a long way the disadvantages, but the disadvantages became more apparent over time.
El hemisferio derecho es el que se integra en el mundo, el que es capaz de empatizar, de gestionar las emociones, la moralidad, la justicia o el comportamiento social, de poner las cosas en contexto, incorporando información tanto implícita como explícita. Es el que da valor a la belleza, al valor, a la trascendencia. Ello le permite reconocer características individuales (o reconocer caras, algo que el izquierdo no puede). Es el hemisferio que presta atención a lo otro, a lo que no somos nosotros. Curiosamente, es el más distinto respecto a otros animales superiores, que no tienen un lóbulo frontal derecho tan desarrollado, y por tanto no parecen contar con imaginación, creatividad, arte…Y también, según McGilchrist, es el responsable de la cooperación exitosa, que se basa en la mutualidad y el sentimiento de pertenencia, no en la reciprocidad o el cálculo de utilidad. Actúa sin propósito predefinido, sin concepciones previas. Pero está siempre vigilante.

En cambio, el izquierdo presta una atención focalizada, abstrae, clasifica (con la simplificación asociada), y por ello no es capaz de situar en contexto. No puede reconocer el humor en el lenguaje, por ejemplo. En el extremo, es un Sheldon Cooper. Su motivación principal es la utilidad, y el poder (incluso mediante la malicia deliberada, que sólo está presente en los que tienen cortex prefrontal izquierdo). Sólo presta atención a la representación del mundo que se ha construido. Y lo malo es que intenta imponer en la realidad esta forma de interpretarla (algo que, como veremos luego, es lo que más preocupa a McGilchrist). Es el hemisferio del lenguaje, que aporta precisión y fijación de conceptos, dos cosas muy importantes para poder manipular el mundo. Porque este hemisferio siempre tiene un propósito, y sólo le preocupa alcanzarlo.

En este sentido, es importante subrayar que el método científico, que trata de aislar los problemas para tratarlos de la forma más objetiva posible, no es necesariamente más verdadero ni más real. Es sólo una forma particular de mirar, de prestar atención. Y que además hace que, en el proceso, se congele, pierda la chispa de la vida. A este respecto, defiende que el concepto de verdad implica un acto de fe, y un proceso de descubrimiento, pero no es equivalente a la corrección o la certidumbre. algo que hay que evitar, según McGilchrist:
Certainty is the greatest of all illusions: whatever kind of fundamentalism it may underwrite, that of religion or of science, it is what the ancients meant by hubris.
Esto no quiere decir que todo sea relativo (de hecho, al final del libro hay una crítica al posmodernismo por utilizar demasiado el hemisferio izquierdo). Lo que nos recuerda es que el conocimiento no es neutro, que todo depende del cristal con el que se mira. Incluyendo, por supuesto, lo que el observador lleva en la mochila. Más que relativo, yo diría que es contingente en los supuestos de partida, por eso la importancia de revelarlos.

Tampoco debe asociarse la razón con el hemisferio izquierdo: es cierto que el razonamiento lineal y secuencial es tarea de éste, pero la deducción, o la resolución de muchos problemas científicos o matemáticos, por ejemplo, son tarea del derecho. Así presenta la dicotomía entre las dos formas de entender el conocimiento (con la primera considerada siempre como la superior):
This is the distinction between, on the one hand, Greek nous (or noos), Latin intellectus, German Vernunft, English reason (allied to common sense – sensus communis, in Vico’s sense rather than Kant’s) and, on the other, Greek logos/dianoia, Latin ratio, German Verstand, English rationality. The first of these – flexible, resisting fixed formulation, shaped by experience, and involving the whole living being – is congenial to the operations of the right hemisphere; the second – more rigid, rarified, mechanical, governed by explicit laws – to those of the left.
Una consecuencia interesante es que cuando hacemos explícitos nuestros procesos de razonamiento le pasamos la tarea al izquierdo, y con ello perdemos capacidad de solucionarlos. Otra es que algunos de estos procesos de razonamiento del hemisferio derecho se producen en las mismas regiones dedicadas a la emoción y los sentimientos (en la línea de Damasio, aunque McGilchrist dice que Damasio no reconoce que la emoción antecede a la razón, sino que la ve como algo auxiliar).Y aporta una cita de Kant que no conocía, pero que va muy bien en este contexto:
Begriffe ohne Anschauungen sind leer, Anschauungen ohne Begriffe sind blind (‘concepts without intuitions are empty; intuitions without concepts are blind’).
En este sentido, McGilchrist defiende que nuestras elecciones no son conscientes (o racionales, tal como se suele entender el término). Que primero hacemos una evaluación intuitiva, sin que participen los procesos cognitivos. Y que luego estos procesos nos sirven para explicar y justificar. Esto es otra manera de explicar el sistema 1 y el 2 de Kahneman, si asociamos el sistema 1 al hemisferio derecho, y el 2 al izquierdo. Y su forma de plantear la forma óptima de funcionar: derecho-izquierdo-derecho iría en línea con lo que defiende Kahneman, aunque claro, a veces no parece que pasemos por el izquierdo…También encaja bien con Kahneman la idea de que, muchas veces, el sistema 2 lo único que hace es racionalizar lo que le presenta el sistema 1. Esto se derivaría de que todo lo que llega al hemisferio izquierdo ha pasado previamente por el derecho.

La segunda parte, en cambio, me ha parecido menos interesante porque pasa a ser en gran medida un lamento en la línea de “cualquier tiempo pasado fue mejor”. Digo en la línea porque no es así exactamente: McGilchrist va repasando la evolución de la civilización occidental (con alguna comparación puntual al final a las culturas asiáticas) y de una forma bastante convincente, asociando las distintas épocas a la predominancia de un hemisferio u otro.

Así, defiende que el siglo 4 a.C, con Platón, supone el primer momento de la historia de desaplazamiento hasta el lado izquierdo. Es muy interesante además cómo va trazando esto asociado a la evolución de la escritura: de vertical a horizontal, de derecha a izquierda a izquierda-derecha. Luego, en la Edad Media se reequilibra el balance entre hemisferios, para, en el Renacimiento, volver a surgir el izquierdo. En la Reforma religiosa vuelve al izquierdo, convirtiendo las religiones de algo intuitivo y metafórico a algo formal y literal. Y la Ilustración mantiene este predominio, manifestado aún más en el capitalismo y la Revolución Industrial, que básicamente crea un mundo a imagen y semejanza del hemisferio izquierdo:
If I am correct in my supposition that the right hemisphere is grappling with experience, which is multiple in nature, in principle unknowable in its totality, changing, infinite, full of individual differences, while the left hemisphere sees only a version or representation of that experience, in which, by contrast, the world is single, knowable, consistent, certain, fixed, therefore ultimately finite, generalised across experience, a world that we can master – the Enlightenment world, in other words – it follows that the left hemisphere is a closed system, ‘bootstrapping’ itself.
Luego llega el Romanticismo, que vuelve a poner al hemisferio derecho en su lugar, dialogando con el izquierdo:
Whereas for the Enlightenment, and for the workings of the logical left hemisphere, opposites result in a battle which must be won by ‘the Truth’, for the Romantics, and for the right hemisphere, it is the coming together of opposites into a fruitful union that forms the basis not only of everything that we find beautiful, but of truth itself.
Pero el modernismo, y más aún el postmodernismo vuelven a caer en el error de promover al izquierdo sobre el derecho. Igual, curiosamente, que hace el materialismo científico, tan opuesto aparentemente al postmodernismo, pero con el mismo origen.

Y asi llegamos al tiempo actual que McGilchrist considera catastrófico por el dominio absoluto del hemisferio izquierdo (con la consiguiente interpretación del mundo mecanicista, fragmentada, y descontextualizada, excesivamente optimista, pero a la vez mezclada con paranoia y vacío existencial), y por la posibilidad de entrar en una espiral de este dominio de la que no podamos salir, ya que el izquierdo se cree que él solito es capaz de gestionar todo.
Reasonableness would be replaced by rationality, and perhaps the very concept of reasonableness might become unintelligible. There would be a complete failure of common sense, since it is intuitive and relies on both hemispheres working together.
En cambio, las culturas orientales aguantan aún, algo que también se sigue viendo en su escritura (aunque incluso en estos países el lenguaje se procesa en el hemisferio izquierdo), por ejemplo. De hecho, cuando uno lee la primera parte, la filosofía Zen queda perfectamente reflejada, creo yo…La gran pregunta es cuál fue la causa de estos cambios en unas regiones y no en otras…

En todo caso, recuerda que no se trata de borrar el papel del izquierdo, sino de ponerle en su lugar:
I do not underestimate the importance of the left hemisphere’s contribution to all that humankind has achieved, and to all that we are, in the everyday sense of the word; in fact it is because I value it, that I say that it has to find its proper place, so as to fulfil its critically important role. It is a wonderful servant, but a very poor master.
Por último, y por si no quedaba claro, recuerda quién debe mandar: el derecho, porque es el único capaz de construir metáforas:
I have tried to convey in this book that we need metaphor or mythos in order to understand the world. Such myths or metaphors are not dispensable luxuries, or ‘optional extras’, still less the means of obfuscation: they are fundamental and essential to the process. We are not given the option not to choose one, and the myth we choose is important: in the absence of anything better, we revert to the metaphor or myth of the machine.

Un mensaje bastante distinto al de Harari :)

ADD: Shankar Vedantam le hace una entrevista muy buena a McGilchrist en su podcast. Un muy buen resumen de los temas principales del libro.

1 comentario:

Alvaro Lopez-Peña dijo...

Gracias Pedro por abrirnos siempre los ojos a cosas tan interesantes, relacionadas con energía o no, y resumirlas tan bien. Abrazo