Una reflexión que me ha surgido a partir de uno de los temas que menciona Cathy Wolfram en su última entrada: la persistencia en los patrones de consumo tras una ola de calor como las de EEUU, o tras un racionamiento como el de Brasil. Tal como demuestran algunos estudios, las crisis nos ayudan a cambiar nuestros patrones de consumo, para bien o para mal ¿No podríamos usar esto precisamente como instrumento para promover la eficiencia energética? Con cuidado, por supuesto...
Pero es que muchas veces, yo al menos, ponemos como referencia de éxito en el cambio de patrones de consumo el tema del agua en España. En los años de la gran sequía de los 90, la población fue capaz de cambiar sus hábitos de consumo de agua, quizá por la urgencia de los mensajes, o por la constatación en la vida diaria de la escasez de agua. Si de verdad queremos promover el ahorro energético, a lo mejor deberíamos exponer más a la población al riesgo de escasez de energía, en lugar de protegerla hasta niveles a veces no necesariamente racionales (como ya decíamos en el informe de seguridad energética). Por supuesto, no estoy aquí diciendo que haya que forzar que haya cortes de suministro, que no soy tan bestia. Me refiero más a no asustarnos tanto por exponer a los consumidores a precios puntuales muy altos, o incluso a racionamientos controlados como herramienta de gestión de la fiabilidad. Estos instrumentos son absolutamente evitados por nuestros políticos y gestores, por las consecuencias (seguramente negativas) para su vida profesional...pero, ¿seguro que no se podrían considerar, si se explican bien? Ahí se demostraría de verdad el liderazgo que necesitamos...
1 comentario:
Es mejor poner anuncios en los buses que digan algo sencillo como "Ahorrar energía es mucho más que ahorrar dinero" . Si usan esto quiero que me den una caja enorme de turrón de Alicante.
Publicar un comentario