Aunque no comparto el remedio (Popper me convenció de que el historicismo sirve para muy poco cuando se trata de pensar en el futuro), el diagnóstico es muy claro, a la vez que sorprendentemente actual (esto se escribió en el 83):
En conclusión, la teoría económica del mañana habrá de moverse en los dos niveles, tecnoeconómico y sociopolítico, con las variables y modelos correspondientes -- señalados en el cuadro -- y con referencias constantes al nivel axiológico, sin el cual es imposible abordar el tema de un nuevo desarrollo, implicador, a su vez, de otra manera de vivir salida de la crisis real que atravesamos. Los economistas que no quieran quedarse atrás deberán alejarse de los modelos convencionales, pensar por lo menos en términos de una teoría generalizada de la dependencia para interpretar la vida económica y combinar todas las técnicas precedentes del nivel tecnoeconómico (econometría, estadística, informática) con la comprensión histórica.Otras de mis lecturas de vacaciones, esta de Atkinson, abunda sobre el mismo tema, la imposibilidad de separar los valores de cualquier estudio económico, y por supuesto, del estudio del bienestar.
Por cierto, por una de esas casualidades cósmicas (y absolutamente pseudocientíficas, por supuesto), Juan Francisco Jimeno hablaba ayer (muy bien) de temas similares en Nada es Gratis.
Que paséis unos buenos días de descanso, el blog volverá la semana que viene.
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