Esto siempre ha sido un problema, básicamente porque no hay mercados que negocien bienes a 100 años o más (los mercados de futuros se quedan bastante más cortos). Y hay veces que hace falta, como por ejemplo para determinar qué hacer contra el cambio climático. Como los beneficios de reducir las emisiones sólo tendrán lugar en 100-200 años, y los costes de reducirlas tienen lugar ahora, tenemos que encontrar una forma de poder compararlos, descontando los beneficios futuros.
Esta discusión no es ni mucho menos nueva, y se reactivó con motivo del informe Stern. Básicamente, Stern se inventaba una tasa de descuento que le parecía bien, y Nordhaus le criticaba porque esa tasa no se correspondía con la del mercado (ya hemos visto que la crítica no vale, porque el mercado no llega a ese tiempo). Weitzman vino a salvar los trastos, diciendo por ejemplo que Stern tenía razón, pero por los motivos equivocados, pero aún así seguíamos hablando de tasas de descuento teóricas, no empíricas.
Por eso viene muy bien este trabajo reciente de Giglio et al, en el que analizan mercados que sí negocian bienes a muy largo plazo, encontrando una tasa de descuento de un 2.6%. Esta tasa es bastante coherente con lo que dice Weitzman, aunque en su parte alta, algo que tampoco debe sorprendernos, porque los mercados que miran Giglio et al no incluyen comportamientos altruistas (al contrario del cambio climático, en el que sí habría que incluirlos). Para mí esto es un límite superior a la tasa de descuento a aplicar a muy largo plazo (sigue siendo más baja que la de Nordhaus).
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