Uno de los elementos que contribuyen al bienestar es el capital social: nuestras instituciones nos aportan estabilidad, vínculos personales, redes de seguridad, sentido de pertenencia, tradiciones...Por eso el capital social es un componente fundamental de la sostenibilidad. Cuando el capital social se reduce, la sostenibilidad de nuestras sociedades se ve comprometida.
Pero, según Acemoglu, la relación entre capital social y bienestar no es tan evidente. A veces, el capital social también puede traer consigo una disminución del bienestar. Esto sucede cuando el capital social, entendido como unas redes sociales muy fuertes, se utiliza para transmitir ideas indeseables, como pasó con el partido Nazi en Alemania o con ETA en el País Vasco. En estos casos, la clave es que haya otros componentes del capital social (otro tipo de instituciones) que se encarguen de mantener a raya a este tipo de ideas "oscuras".
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