Jeffrey Sachs plantea que no basta conseguir acuerdos sobre reducción de
emisiones de GEI, sino que además hay que acordar la estrategia (tecnológica) para conseguirlos. Tiene razón en que la magnitud del problema es tan grande, que un enfoque global ayudaría a enfrentarse a él. Pero yo veo dos inconvenientes: uno, que él menciona, que esto hará más difícil las negociaciones; y otro, relacionado con el anterior: yo creo que es más flexible y eficiente acordar los objetivos, y luego dejar que cada país decida la estrategia que más le conviene, que no tiene por qué ser la misma. Y no sólo a nivel de tecnología, sino también de las políticas escogidas para conseguirlo. Porque recordemos que cada una de estas estrategias tiene implicaciones sobre más cosas que el cambio climático: desarrollo regional, emisiones locales, gestión de residuos radiactivos, coste, etc., etc. Tratar de conseguir un consenso dados todos los aspectos implicados me parece casi más difícil que la revolución tecnológica que necesitamos.
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