La semana anterior a Semana Santa me invitó Totti Könnöla a participar en un evento de la plataforma Futures4Europe, en el que teníamos que compartir nuestras ideas sobre el futuro de la descarbonización industrial en Europa, bajo distintos contextos y escenarios.
Además de para conocer a gente muy interesante, el evento me sirvió para reflexionar sobre esta cuestión, y os comparto el resultado (preliminar, por supuesto) de dichas reflexiones:
- Los escenarios que se presentaron eran bastante pertinentes: uno de casi autarquía, inducido por la falta de confianza entre los bloques globales; otro de cooperación limitada (que se podría decir que es en el que estamos, sobre todo a la vista de las políticas trumpistas); y otro bastante utópico de colaboración global multilateral. Desgraciadamente, el tercero creo que nunca lo hemos experimentado en la historia, así que parece irreal incluso considerarlo. El primero, en cambio, sí lo hemos visto, y sería donde nos podría llevar una guerra comercial en un contexto de recursos cada vez más escasos.
- Como decía, el segundo parece el más realista actualmente. Habrá que ver por supuesto por dónde evoluciona la política estadounidense, y cómo reacciona China también frente a Europa, para ver si realmente Europa se queda aislada del resto de los grandes bloques, si la que se queda aislada es EEUU...dependiendo de esto podremos pensar en unas consecuencias u otras para la descarbonización y la industria.
- Porque, dentro de este escenario, una posibilidad es que EEUU abandone el impulso para descarbonizar, y alimente su industria con energía barata, mientras que China siga desarrollando tecnología, sin que el cambio climático sea su prioridad. En esa situación, ¿qué hacemos con la descarbonización en Europa? ¿Es posible mantener su impulso sin afectar a la competitividad industrial?¿Es posible ser competitivo a la vez que descarbonizado, en un contexto en el que el resto no se preocupa por descarbonizar? Esta es la clave de que Europa pueda mantener sus objetivos de descarbonización y sus promesas de creación de empleo. Porque si no se cumplen estas promesas, la descarbonización no tendrá apoyo, y esa tendencia de fondo de cada vez más descontento con las políticas climáticas buenistas puede terminar de romper el consenso político europeo. Esto pasa por la innovación, evidentemente, por tratar de crear estándares industriales que luego puedan adoptar otros que vengan detrás...la cuestión es si estamos en condiciones de lograrlo, o si necesitamos una reforma profunda de nuestras instituciones para ello. Porque la experiencia nos dice que, incluso sin políticas climáticas, los estadounidenses nos pueden ganar en esta carrera, y los chinos también.
- Curiosamente, el escenario de cooperación incluso utópica no es mucho mejor para la industria europea: la globalización nos puede llevar, como ya hemos visto, a perder potencia industrial (igual que le pasa a EEUU, pero incluso más acentuado), y aunque exista cooperación para luchar contra el cambio climático, esa misma cooperación puede hacer que sean otros los que desarrollen las soluciones de forma más competitiva. Así que este escenario podría ser incluso más dañino en términos de empleo industrial en Europa, y por tanto en términos de apoyo a las políticas climáticas, llevándonos de vuelta, como ya estamos viendo en EEUU, a un escenario más proteccionista.
Así que es fundamental desarrollar estrategias y roadmaps para, dentro del escenario más realista de cooperación limitada, tratar de descarbonizarnos de forma competitiva. A pensar esto dedicamos el segundo día, concluyendo que hay oportunidades que quizá otros no vayan a aprovechar (y menos aún si EEUU se empeña en destruir su red de investigadores), y que hay que agarrar de manera firme, pero sin perder de vista el apoyo social, y el reparto equitativo dentro de Europa. Veremos.
NOTA: Este número reciente de Oxford Energy Forum toca precisamente estos temas. Y este Working Paper de Michel Mehling también, aunque más indirectamente.
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