Las buenas noticias es que se van encontrando nuevos métodos para producir hidrógeno y amoniaco sin requerir electrolizadores, y por tanto de forma más económica. La mala es que cada vez está más claro que estos nuevos combustibles no están libres de pecado: el hidrógeno tiene un potencial de calentamiento global 5 veces mayor que el CO2 (si dejamos que se escape), y la combustión del amoniaco emite NOx, contaminante atmosférico, y N2O, otro gas de efecto invernadero.
El sector de la aviación también se enfrenta a conflictos similares.
Y es que, al final, la eficiencia y el ahorro suelen ser las mejores opciones, lo malo es que como digo siempre, nadie gana dinero con ellas...
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