Este verano murió el maestro Antonio Sáenz de Miera. Y la verdad, en ese momento no me salió escribir nada. Me ponía triste, y me daba además demasiado respeto. Ya se le han escrito muchas, muchísimas notas de homenaje, desde todos los ámbitos. Pero ayer, cuando al comienzo de su funeral un coro de gospel bordó un "O happy day", estupenda elección para abrir el recuerdo de un hombre como Antonio, me di cuenta de que no podía ser que no compartiera unas líneas alegres para recordarle. Además, sería una señal, justo el sábado estuve en su casa de Cercedilla, en el prado, donde tantas veces estuve disfrutando de sus historias. Y es que yo todo lo que recuerdo de Antonio es buen humor, historias optimistas sobre la naturaleza humana, socarronería e inteligencia. Cualidades que creo que afortunadamente han heredado sus hijos.
La primera vez que conocí a Antonio fue en su casa de Cercedilla, en el bautizo de su nieta Amaya. Era mi primera exposición a los eventos de la familia Sáenz de Miera, y la verdad es que nos quedamos impresionados con su energía y entusiasmo. Allí escuché también por primera vez (inculto de mí) el estupendo Viaje a Ítaca, de Kavafis...En todo caso, pensé: qué tipo más peculiar el padre de Gonzalo...No sabía yo su historia y vivencias, hasta que tuve la oportunidad de leer El Oficio de Unir, libro recomendable donde los haya. Qué vida más impresionante, qué experiencias alrededor de la transición, qué iniciativas las que tomó Antonio, y todo ello contado desde la humildad y el optimismo. No es de extrañar que ayer su funeral consiguiera reunir a gente tan variopinta. Y luego leí sus escritos sobre el Guadarrama, y aprendí sobre su liderazgo en la creación del Parque Nacional. Otra faceta más. ¿Dónde le cabía tanta actividad a este hombre? Creo que el tan esencial como siempre apoyo de su mujer Paloma no basta para explicarlo.
Así no es de extrañar que espíritus inquietos como el suyo no se detengan con la jubilación (aunque sea tardía). Y un día me llamó para pedirme consejo, porque quería comenzar a escribir un blog. ¡Consejo a mí! Socarrón de él, estuvo llamándome su mentor hasta el último día...pero a cambio, pudimos disfrutar de un blog espléndido, al que Antonio dedicaba todo el tiempo y el cuidado necesarios. De hecho, terminó publicándolo en forma de libro, con las ilustraciones de Jorge Arranz que también acompañaban el blog original. Y cuando parecía que se había aburrido del blog, llega su nieto Lucas y le convence para que comiencen otro...y entre medias, ya con más de 80 años, se fue a Colombia para entender cómo vivía la sociedad civil el proceso de paz...
Qué se puede decir: que ya me gustaría a mí tener una vida tan rica, tan entretenida, tan curiosa e inquieta, y tan dedicada a los demás como la de Antonio. Hay gente a la que le cuesta vivir una vida; Antonio vivió varias al mismo tiempo. Y siempre, hasta el final, con buen humor. En la última llamada que me hizo, pocas semanas antes de irse, estuvo tomándome el pelo 10 minutos...
Esto, en todo caso, no es un homenaje a su memoria. Ese homenaje, como comentábamos ayer algunos de los asistentes al funeral, tendrá que ser sí o sí un paseo dedicado a él por los Miradores, o por Siete Picos, o por Navarrulaque, donde podamos comentar entre amigos sus historias y reírnos con él, que nos estará escuchando desde su sierra de Guadarrama.
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