lunes, 8 de enero de 2018

Crecimiento verde y regulación

Antes de Navidades, nos mandaba Peter Sweatman la noticia de publicación de un informe que ha dirigido sobre "Green Tagging", es decir, el proceso de "marcado" de las características energético-ambientales de los activos en los que invierten los bancos, de forma que luego pueda utilizarse para promover la inversión verde.

A primera vista, alegra saber que la inversión sostenible avanza, y que los bancos, cuyas decisiones mueven gran parte de nuestra economía, empiezan a incorporar estos elementos, sea por obligación, o, como dice el otro coautor, para dar mejor servicio al cliente.
Key banks are now recognising that they need to understand the environmental performance of their real estate lending book in order to better serve their clients and deliver their sustainability goals.
Pero, Pepito Grillo que es uno, me quedo preocupado cuando leo que la primera tendencia importante relacionada es la aparición de oportunidades de "negocio verde", más que la gestión de riesgos.
New green business opportunities are a stronger incentive for green tagging than improved risk management for banks. This practice is often led by commercial real estate groups and wholesale finance in banks.
Y es que me preocupa mucho que la inversión sostenible, y el crecimiento verde, se vea más como una oportunidad de negocio en sí misma que como lo que debería ser, una respuesta a la falta de sostenibilidad de nuestro modelo, tal como dice uno de los representantes de Lloyd's:
“We fundamentally believe in the correlation between green performance and financial performance in this asset class, although multiple barriers remain including data availability and a common taxonomy for classifying ‘green lending’ that would help support a wider range of clients in the transition towards a lower carbon economy.”
Ahí está la clave: tenemos que ser capaces de identificar la alineación entre el modelo de negocio y la sostenibilidad que necesitamos. Si no, de lo que corremos el riesgo es de lo que denuncia Edmund Phelps en esta visión desgraciadamente realista del proceso de descarbonización: que pongamos el carro por delante de los bueyes, y la transición hacia una economía más sostenible sea una vuelta de tuerca más en una regulación que, además, beneficiará a los de siempre, y no a todos, incluido el clima.

1 comentario:

Fernando Leanme dijo...

Los aspectos negativos del movimiento verde pueden paliarse con ideas para explotar la inocencia de la gente. Por ejemplo podemos crear una empresa que venda calderas de vapor alimentadas con "Biokraftstoff, el Combustible Sustentable del Siglo 21". Biokraftstoff sería importado de Liberia, donde arrendaríamos un tramo de selva para talar los árboles, triturar la madera y empaquetarla en bolsas de 10 kg que se venderían en Carrefour. Las calderas serían hechas por esclavos del sistema de empresas militares chinas, eso nos daría una ventaja en cuanto al precio, y como a los verdes no les importa mucho derechos humanos o la libertad individual, nuestra empresa sería muy fácil de financiar por el Banco Mundial.