Un par de columnas de Stanley Fish sobre un tema muy interesante: lo válidas que pueden ser las encuestas de los alumnos sobre los profesores, teniendo en cuenta que muchas veces el valor de lo aprendido no se hace evidente hasta muchos años después (enmarcado en un problema de la Universidad como empresa que busca satisfacer clientes). Lo que pasa es que creo que hay dos cosas que distinguir: una, la utilidad de la asignatura, y otra, la calidad del profesor.
Estoy de acuerdo con Fish en lo primero: es cierto que la utilidad no se ve hasta tiempo después. Y de hecho, es lo que amenaza la normativa que comenta en Texas, porque efectivamente podría incentivar a las universidades a bajar sus listones para que aumente la satisfacción de sus clientes.
Pero la calidad del profesor es mucho más inmediata: un profesor que transmite entusiasmo, que genera interés por la asignatura, que la hace amena, y que ayuda a aprender durante el curso, siempre será mejor valorado que un profesor que no ayuda, que sólo da palos (porque así es como se aprende), y que hace la asignatura monótona.
Dice Fish:
A course I absolutely loved may turn out be worthless because the instructor substituted wit and showmanship for an explanation of basic concepts. And a course that left me feeling confused and convinced I had learned very little might turn out to have planted seeds that later grew into mighty trees of understanding.
Pues claro! Pero los alumnos no son tontos, y en general saben muy bien cuándo el profesor les está timando y cuándo no (al menos, los buenos alumnos, claro). Dice también Fish:
And that is why student evaluations (against which I have inveighed since I first saw them in the ’60s) are all wrong as a way of assessing teaching performance: they measure present satisfaction in relation to a set of expectations that may have little to do with the deep efficacy of learning. Students tend to like everything neatly laid out; they want to know exactly where they are; they don’t welcome the introduction of multiple perspectives, especially when no master perspective reconciles them; they want the answers.
Sí, los alumnos quieren vidas fáciles, claro. Pero, y esa es mi experiencia, agradecen mucho cuando se les mete en líos, y se les enseña a salir de ellos (por supuesto, no les gusta nada que les metan en líos sin saber cómo salir). De hecho, los grandes profesores son los que crean preguntas en los alumnos, los que les motivan para buscar las soluciones ellos mismos, los que de verdad ayudan a aprender (véase libros como el de Bain).
Por supuesto, esto no quiere decir que me parezca mal la evaluación posterior, cuando ya ha pasado tiempo, como forma de validar los resultados iniciales. Pero no me parece que invalide todo lo que se obtiene de la encuesta “instantánea”, que, por otra parte, es manifiestamente mejorable, en ocasiones en las líneas que se comentan en la segunda columna (aunque algunas de las propuestas son bastante ridículas, la verdad…)
PS: No sé por qué, y no conozco la calidad de Fish como profesor, pero casi siempre que he escuchado estos argumentos, es de malos profesores que prefieren echarle la culpa al alumno antes que ver la viga en el ojo propio. Será prejuicio, pero así tiendo a interpretar los comentarios en la segunda columna…Claro que a veces hay injusticias, alumnos crueles y malvados, pero al menos mi experiencia es que no son la norma.
PS2: En todos mis comentarios me estoy refiriendo a la universidad, donde los alumnos son más o menos adultos. El cole es otra cosa (aunque reconozco que cada vez los alumnos llegan más inmaduros a la uni…)