Un, como siempre, estupendo artículo de Glaeser. Efectivamente, y por mucho que me duela, lo cierto es que es mucho más ecológico vivir en una gran ciudad, y en un rascacielos, que en el campo. Además de por la cantidad de transporte involucrada, hay más cosas. Generalmente, cuando uno vive en las afueras o en el campo, lo hace en una casa mayor: más consumo de energía para calefacción, etc, y más consumo de energía en la construcción. Los bloques de pisos son más eficientes en este sentido.
Lo malo es que, a los que nos gusta la naturaleza, esto no nos acaba de encajar, ¿verdad? Es una de esas incoherencias habituales, como la de querer proteger un área natural después de haber conseguido una casa en ella, etc…Además, las ciudades alienan (a mí al menos), hacen que tu vida dure menos (por la contaminación y el estrés), así que desde el punto de vista del bienestar total, creo que la cuestión no está tan clara. Pero desde el punto de vista del medio ambiente está muy claro, y la referencia a Thoreau ilustra muy bien esta incoherencia.
Así que, ¿qué hacer? Pues tratar de reconciliar en lo posible estos dos objetivos conflictivos. Aparte de la evidente solución de poner más plantas en casa y en los balcones para sentirnos más en la naturaleza, hay algunas líneas en las que avanzar:
- si te vas al campo, minimiza los desplazamientos: aquí las TICs (el teletrabajo, etc.) tienen un papel muy relevante que jugar, aunque no solucionarán todo. Los niños pueden no ir al cole (no en España), pero esa no es una solución óptima.
- también si te vas al campo, construye la casa con el menor gasto de energía posible (como Xavi García Casals, por ejemplo) incluyendo la cuestión del tamaño
- y si no podemos irnos al campo, tratemos de hacer más verdes las ciudades: si la montaña no va a Mahoma…
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