lunes, 10 de marzo de 2008
La política y el medio ambiente (II)
El otro día hablaba del papel de la sociedad civil como agente fundamental para mejorar el medio ambiente, dado que ni el individuo ni el Gobierno parecen estar interesados en ello. En el razonamiento flotaba una posible contradicción: ¿cómo puede ser que, si el individuo no tiene incentivos para mejorar el medio ambiente, la sociedad civil sí los tenga? Porque, al fin y al cabo, la sociedad civil son individuos...Creo que la respuesta correcta es que cuando el individuo se relaciona con otros en la sociedad, se hace evidente el interés de ciertos comportamientos altruistas, que son los que le permiten vivir en esa sociedad. Así, aunque desde el punto de vista del mero interés personal un comportamiento pueda no ser racional, se hará rentable cuando aparezcan otros factores en la ecuación: mayor posibilidad de ser ayudado por el resto de la sociedad, menores incentivos para los gorrones, etc. Un artículo que aparece esta semana en Science (aquí está el resumen accesible) viene básicamente a justificar esta hipótesis: en las sociedades más evolucionadas se está más dispuesto a contribuir al bien común, y a castigar a los gorrones, que en otras sociedades más tradicionales. Es decir, una sociedad civil más fuerte no necesariamente implica un mayor individualismo, sino todo lo contrario.
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