La descripción del estándar de vida en los EEUU en los últimos años es muy, muy interesante. Hay muchísimas observaciones que valen la pena, conocimiento de detalle sobre cómo vivían las anteriores generaciones. Y también, en los temas más cercanos al uso de la energía y medio ambiente, multitud de aspectos señalados por Gordon que son muy relevantes para entender determinados procesos de innovación o eficiencia, como cuando explica cómo el ferrocarril no sustituyó al caballo, sino que aumentó su demanda (porque el caballo era necesario para llegar hasta el ferrocarril), mientras que el coche sí lo sustituyó. O cómo la penetración de la calefacción central en las viviendas supuso un aumento del tamaño de las ventanas (claro ejemplo de efecto rebote). O como cuando menciona que las redes son un elemento de igualdad (curioso para contraponer a ese movimiento que iguala autoconsumo con democracia), porque todo el mundo, rico o pobre, está conectado a la misma red de electricidad, agua, gas o teléfono.
Pero cuando ya se pone a conjeturar sobre las causas del crecimiento en 1920-70 y su estancamiento desde entonces, ya la cosa se pone más floja y más difícil de compartir, aquí desde luego no estoy tan de acuerdo con Santi. Por ejemplo, yo, tras leerme sus explicaciones, la impresión que me llevo es que los grandes avances de los 20-70 (realmente concentrados en los 50) tuvieron lugar por la II Guerra Mundial, y no tanto por otras cuestiones. Porque los grandes inventos, como la electricidad o el motor de combustión, aunque proporcionaron grandes avances en cuanto al bienestar, no necesariamente supusieron una tasa de crecimiento mayor que la actual. Sí, la electricidad permitió en gran medida que la mujer se incorporara a la fuerza laboral al liberarla de las pesadas tareas domésticas, y por supuesto esto contribuyó mucho al crecimiento económico y también por supuesto al bienestar de las mujeres. Pero eso no explica necesariamente el pico de crecimiento que él estudia.
De hecho, y a este respecto, aunque el libro comienza estupendamente separando lo que es crecimiento económico del bienestar no necesariamente recogido en las estadísticas del primero, luego, cuando analiza causas y pespectivas futuras parece que vuelve al crecimiento puro y duro.
Y ya lo peor de todo es cuando se pone a pronosticar…Por supuesto, puede ser que tenga razón, pero también puede ser perfectamente que no la tenga. Dice Gordon:
“These four headwinds (inequality, education, hours per person, debt) are sufficiently strong to leave virtually no room for growth over the next 25 years in median disposable real income per person”.Pero, ¿no habíamos quedado que lo importante era la calidad de vida? Y, en todo caso, ¿Qué hubiera dicho un pronosticador en los años 30? (aunque en este caso espero que no sea una guerra la que venga a salvarnos). ¿Qué hubiera dicho un pronosticador en 1870?
Yo no estoy en absoluto de acuerdo con eso que dice de que es posible adivinar el futuro, ya lo decía Popper. Y tampoco estoy de acuerdo con la forma en la que despacha los argumentos de los tecno-optimistas, básicamente porque creo que cae en los mismos errores que ellos: los descarta por poco razonables, no por razones sólidas. Por ejemplo, cuando habla de los headwinds…¿cómo era la deuda antes de la II GM?¿Cómo era la igualdad en los 20? Es decir, creo que no aporta razones objetivas, de peso suficiente, como para convencerme de que va a pasar lo que dice él. Cualquier futuro es posible, creo yo, como para ser tan drástico en sus predicciones. Gordon dice que lo que hemos avanzado desde los 70 es muy poco, y que, como todas las invenciones que transformaron nuestras sociedades sólo se pueden producir una vez, no hay nada interesante que esperar del futuro. Pero, ¿es que no se podrán producir otras, esperadas o no, que sí mejorarán nuestra calidad de vida? ¿Por qué está Gordon tan seguro de que esto no va a ser así?
Es cierto que si un coche de 2015 es esencialmente igual que un Ford T en sus elementos básicos. Pero ha aumentado el confort, la seguridad, la velocidad media (en parte por las carreteras)…hasta hacer la experiencia, y el uso que se puede dar a un coche, totalmente distintos. Y lo dice uno que ha conducido 2CV, un coche de los 60. Por ejemplo, ¿por qué el posible efecto beneficioso de los coches sin conductor (p.600) es poco importante, por qué la ganancia de bienestar de que te lleven, y además a mucha más velocidad quizá de la que alguien puede conducir, y con menor riesgo de accidentes, es menos importante para el bienestar que el coche frente al caballo? Creo que el análisis de lo importante que pueden ser determinados avances para el bienestar es demasiado subjetivo.
También creo que Gordon es demasiado pesimista cuando dice que ya no va a haber más cambios en alimentación (ojalá que los haya, porque la comida procesada actual es una basura mayor que la de antes), en los modelos de negocio para la vestimenta (que se lo digan a Zara o Primark), en el comercio electrónico (Gordon dice que está todo hecho ahí). La impresión 3D puede cambiar la forma en la que fabricamos y distribuimos, no sólo el diseño y prototipado. Donde más me llama la atención su pesimismo es en el tema de salud, en el que los avances en genómica, neurociencia, o células madre pueden revolucionar nuestra esperanza de vida, o plantear curas frente al cáncer. Sí, de acuerdo, el big data seguramente no suponga ningún avance real para la sociedad, más bien es un juego de suma cero para las empresas. Pero la aplicación de las TIC a la industria (lo que se llama industria 4.0) puede suponer grandes avances. Igual que los avances en energía: ¿no sería revolucionaria una energía igual de transportable que el petróleo y mucho más barata y disponible en cualquier país?¿Y los nuevos modelos de negocio de economía circular o colaborativa, que podrían cambiar el modelo capitalista imperante en los dos últimos siglos que mira Gordon? Y todo esto son las invenciones que esperamos. ¿Y las que nos sorprenderán?
En fin, que a veces tengo la sensación de que Gordon se deja llevar un poco por sus sesgos personales, que le hace pensar que la única edad dorada fue la suya, la de los años 50-60, el Great American Songbook. Esto no es explícito en el libro, pero sí me parece que se entrevé en algunos comentarios más bien conservadores, como cuando dice que el “decline of marriage” es un grave problema, y no piensa que lo importante no es si las parejas se casan o no, sino si crían a sus hijos juntos, algo que muchos matrimonios no hacen…
En todo caso, e independientemente de estar de acuerdo con el diagnóstico, sus recomendaciones para mejorar son sensatas. Salvo una (p. 643): “The fostering of innovation is not a promising avenue for government policy intervention”…Pero, ¿quién financió entonces los avances en los 50, el Manhattan Project, Bell Labs, etc.?
Para el que quiera seguir leyendo sobre esto, Cowen también escribió hace unos años ya algo similar y Waldman lo comenta aquí, incluyendo algunos argumentos similares a los que hago yo arriba, sobre todo en lo que tiene que ver con la idea de que la mejora tecnológica no tiene ni mucho menos por qué estar agotada.